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miércoles, 3 de octubre de 2012

La última oportunidad de Hugo


Hace años que no te veo
Cajón de Arauca apureño
como te recuerdo a ti
con cien leguas de por medio
(Sánchez Olivo)

El día que las sabanas de Apure lo vieron llorar de nostalgia muchos piensos pasaron por la cabeza de Hugo.
Cuando jugaba con sus hermanos en las calientes tierras de Sabaneta. Trompo, metra, carritos de lata. La casa de techo de palma de la abuela Rosa Inés; los grandes patios cargados de palos llenos de mangos, guayabas, los maizales. Las correrías de muchachitos, las picardías del joven declamador y serenatero.
Cuando jugaba en las caimaneras de béisbol, soñando con emular al Látigo Chávez, su héroe deportivo a quien lloró al conocer su muerte. Por su mente pasaron, dulcemente, las calles del pueblito que caminaba para llevar las arañas sabrosas que hacía la abuela.

Desde que llegó a Caracas a estudiar con la esperanza de convertirse en pelotero profesional el Llano, el mágico Llano, lo acompaña. Le reclama volver como en la poesía del guariqueño Lazo Martí “Es tiempo de que vuelvas, es tiempo de que tornes”. Y se acuerda de un recuerdo del domingo 8 de agosto en la Academia, a sus apenas 17 años: De su Barinas, su madre y su padre en ese ambiente. Sus amigos, su novia, los juegos de pelota, el calor sabroso, el río bendito. Y otra vez la nostalgia lo aborda.
El horizonte llanero de Ezequiel Zamora, de Negro Primero, de Rondón de sus hermanos le guiña el ojo.  Melancolía, Martí, “El llano es una ola que ha caído, el cielo es una ola que no cae”.
 Su andar de soldado por las tierras de Barinas, Guárico, Apure. El Arauca vibrador reflejado en las novelas de Gallegos. El llanero Hugo piensa en su prisión en la cárcel de Yare. Cuánto extrañaba, cuánto le hacía falta el Llano querido. En verano, en invierno. El río Capanaparo, el Caño Caribe.
Su paisano Gallegos, lo asalta con las coplas de Cantaclaro.

“Llano, llano, llano, llano
Cuatro veces te he llamado
y a ninguna has respondido
quien me manda a estar buscando
lo que no se me ha perdido.

El Arauca, se iría a colgar una hamaca por allá por Apure, o en el Orinoco, en cualquier llanura venezolana.
“De Sabaneta a Miraflores” se llama la última gira de su exitosa Campaña Electoral. Los llanos de Barinas, Portuguesa y Cojedes lo ven pasar arrollador, crecío de pueblo, como los ríos en invierno. Las Sabanas de Carabobo, las que albergaron al general de guerreros, el Libertador, se abren ante él para bañarlo de gloria independentista. El Maracay de sus amores, “el amolador de vegueros” lo aplaude.  “Por aquí pasó compadre”, le grita Alberto Arvelo Torrealba. Allá va Huguito, diría la abuela.
Y en las pocas horas de descaso soñar con volver a ese Llano. Parrandear con los vecinos. Joropear con Cristóbal Jiménez, Reina Lucero, como lo hizo en San Juan de los Morros, en el Guárico de la Negra Matea, de Roscio Nieves, de Loyola. Tomarse un café de madrugadita. Cabalgar acompañado de su tonada como canta Ali Primera “Cunaviche adentro”, pero llorando de contento y no ya de tristeza.
Allí está parado frente al pueblo que lo eligió hace 14 años para dirigir la Revolución. A cambio de amor, de motivos para querer más a su tierra, para anhelar reencontrarla aunque sea por momentos, para ver los esteros, las crecidas de los caños, la palma moriche, los infinitos verdes de la entrada de aguas.

Cuando estuvo enfermo ha pensado que podía ser el momento de regresar, de irse por ahí por esos parajes. No lo era, la historia de la Revolución Bolivariana aún lo reclama por su creatividad ilimitada, por su capacidad organizativa, por el amor que imprime a cada obra, por la incitación que riega como coplas en cada corazón del aquí y de allá.  De su Delirio sobre el Chimborazo en aquel momento de padecimiento, vuelve para continuar la misión que comenzó en 1992.
La Campaña Admirable avanza, multitudes con él. El camión que lo lleva apenas puede deslizarse entre las decenas de miles de personas a las que habla, escucha, alegra, conmueve. El estadista, el revolucionario, el líder ante el país. Enumera los logros, los éxitos, reconoce con la responsabilidad del “por ahora” los errores muchos de la ineficiencia, del burocratismo y falta de seguimiento a los proyectos que se aprueban". Es el dirigente consciente, porque solo quien reconoce sus fallas es capaz de superarlas

 El hombre ante su Llano, ante la añoranza. El llamado de la tierra, del terruño, afanoso, profundo. Quien caminara por ella, por esos pueblitos evocados, por esos rincones mágicos que solo tiene la llanura. Sella con lágrimas aquel desearía y pide perdón así mismo
 “Perdón, Hugo porque qué yo lo que quería hacer era quizá general, comandante de la brigada blindada y después retirarme por allá por una sabana. Yo estaría por allá en la Costa Arauca o en la Costa Apure. Perdón, Hugo”.

Ahora sentado frente a un viejo periodista y amigo, los piensos retornan. La Patria lo observa, su Llano lo emplaza. Es la última oportunidad “Vuelve Hugo, vuelve”. Y él  exclama:
“Yo añoro todo eso. Mas ahora  sé que más nunca volverá. Pero lo llevo por dentro ¡Vive en mí! Y es lo más importante”
“Regresa Hugo”, le repite la nostalgia con ternura. “Es tiempo de que tornes. Vente a caminar por el Arauca. Es tu última oportunidad de regresar para siempre a tu llanura”.
Entonces, el hombre se integra con en el líder de la Patria y explica su sueño:
“No hay Arauca, no hay chinchorro, no hay cuatro vacas por allá, lo que hay es lucha, batalla, victoria y futuro. Me niego al Arauca, aunque lo afirmo, porque cada una de sus barrancas y de sus chorreras están aquí por dentro, corren por dentro de mí, el Arauca, el Apure, la sabana, la familia, los hijos, los amigos, las amigas, las querencias como decimos los llaneros, esas están aquí no hace falta que yo me vaya para allá porque yo lo cargo aquí”.
Ahí, en su pecho, en su mente, en sus manos limpias, en su energía patriótica. Porque el llanero siempre lleva consigo su sabana sin importar que mil leguas de distancia lo separen.
Caracas se llena de toda Venezuela para recibirlo triunfante. Y llega de nuevo a Miraflores para continuar conduciendo la Revolución Bonita como sus sueños, como su tierra; con todo el amor y la inmensidad que el Llano le puso en el corazón, en el corazón del pueblo, en el corazón de la Patria.
@bolivarreinaldo

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