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viernes, 26 de noviembre de 2010

Retrato hablado de Matea e Hipólita

Se trata de una joven mujer de entre 14 a 16 años, encargada de cuidar y enseñar habilidades psicomotoras a un niño de de entre 5 a 7, de nombre Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, hijo de Concepción Palacios y huérfano de Vicente Bolívar. La joven ha estado junto al niño desde su nacimiento, siendo ella una infanta de 9 años. En sus primeros momentos, Matea niña era supervisada por la joven Hipólita, mujer de 18 años. Tanto Hipólita, como Matea habían estado en el pueblo de San Mateo, en los Valles de Aragua, por tanto se conocían muy bien, era como hermana mayor y menor.
La joven de contextura fuerte, por el ejercicio, es de piel negra suave. Se piensa, por los datos aportados por su abuelo Nicolás, que sus padres provenían del occidente de África, entre las tierras que van de Benin a Senegal, lo que explica su alta estatura, que aún sin desarrollar por completo supera ya el metro sesenta y cinco, por lo que es fácil predecir que en dos años medirá por sobre uno setenta.
Su cabello es crespo. Por coquetería lo peina casi hasta alisar con cremas o mantecas naturales propias de las mujeres africanas o afro de los llanos de Venezuela. Por estar al servicio del acaudalado niño Simón, se le permite elementos de distinción como las medias pañoletas que usa para engalanar sus cabellos y las argollas en sus orejas. Viste con frecuencia vestidos largos coloridos, a la usanza africana.
Rostro ovalado, sin llegar a notar gordura, Sus vivarachos ojos son de un profundo negro azabache, pequeños y agudos. Su boca mediana, de labios carnosos sin llegar a ser gruesos, está adornada por un unos perfectos dientes blancos, que hacen juego con sus ojos. Su nariz es típica de las africanas occidentales, guardando armonía con su sonrisa.
Sus manos, aún no siendo suaves, están cuidadas, detalle propio de las esclavizadas dedicadas a la atención y educación de los niños ricos de la época. Tenían siempre que estar bien presentable para los patrones, quienes pagaban al cabildo un impuesto anual por tener “negras domésticas”.
Su busto ha empezado a desarrollarse y debajo de las telas del colorido vestido empieza a definirse para darle a su figura un destacado toque . Vista con ojos deportivos, se estaría frente a una joven atlética, considerando además las habilidades que adquirió en el dominio de los caballos, trepar árboles, nadar en el río Tiznados y el río Aragua y correr a campo travieso.
Por la costumbre sanas de alimentación y ejercicio es predecible que su cuerpo se mantendrá juvenil hasta más allá de los cincuenta. Aunado a ello su constante actividad física y mental en la guerra de independencia al lado de Simón Bolívar, amen de su exilio en Curazao y Cuba al lado de María Antonia Bolívar.
La imagen que  ha popularizado la historia fue el retrato que le hicieron en 1870, cuando ya tenía 100 años de edad, y aún estaba de pie, lo que comprueba que fue una mujer saludable, de esplendidas condiciones físicas.

Retrato hablado de Hipólita

Hipólita Bolívar, ingresa a cuidar al niño Simón algunos meses después que esté nace. Hipólita acaba de dar a luz a primer hijo, por lo cual era apta para amamantar al bebe Simón.
Hipólita es una esbelta joven, típica mujer originaria de África Occidental. Su estatura está por encima del promedio que consideraban los esclavistas debía medir una "pieza".
Cuando llega a la casa de los Bolívar en Caracas tiene entre 18 a 20 años, mientras que la otra esclavizada que la acompaña de nombre Matea tiene 9 años. Está joven Hipólita y la niña Matea harán una inseparable pareja que acompañará a Simón de manera continua durante sus primeros 12 años (de 1783 a 1795), interrumpiéndose la labor por breve tiempo mientras Simoncito está al cuidado de Simón Rodríguez.
Hipólita es de contextura fuerte y cuerpo hábil. Son conocidas sus hdestrezas como jinete. Por ser servicio doméstico tiene la oportunidad de lucir ropas acordes con la opulencia de sus señores (amos). Ha adquirido destreza en la preparación de alimentos y en el cuidado esmerado del bebé y luego niño Simón. Se expresa con soltura y don de mando a la vez. Aprovechando que su propio hijo es de la misma edad que Simoncito se las ingenia para cuidarlos a ambos, responsabilidad para lo cual es de suma ayuda la niña Matea, ya muy hacendosa y conocedora de los oficios.
Posee Hipólita un atractivo rostro, con viva mirada y generosa sonrisa que deja ver sus bien cuidados dientes.

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