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lunes, 24 de septiembre de 2018

El multilateralismo agoniza




Una nueva Asamblea General de las Naciones Unidas comienza en Nueva York. No importa cuántas vayan. El formato no varía, unos veinte o treinta presidentes irán personalmente a pararse frente a la pared verde del presídium. De no estar los jefes, en una segunda fase hablarán sus cancilleres o sus embajadores. Unos con más público que otros, de acuerdo al país potencia o de moda.

No importa el tema de la sesión. Cada quien hará una memoria y cuenta de su gobierno. Se sumara a los buenos deseos, tipo “mises” por la paz del mundo, el cambio climático, el terrorismo. En cada capital la prensa titulará lo bien que estuvo su representante. El de EEUU leerá la cartilla y proferirá sus amenazas contra “el eje del mal”.

En los pasillos las delegaciones se perseguirán mutuamente en busca de algún apoyo para quedar en alguna comisión. Es el espacio temporal donde se hablan generalidades, no se decide sobre nada y se resuelve eufemísticamente sobre todo. Una ONU que está quedando para hacer efemérides “el día internacional de...”, “el quinquenio”, “el decenio”.

Ya paso a ningún plano aquello de la reforma de la ONU. Hasta el antagónico Club de los 5 del Consejo de Seguridad, se ha aburrido de vetos y no vetos a las malcriadeces de EEUU, que parece abiertamente estarles ganando la principal partida: El fin del Multilateralismo.

EEUU, con Trump, ha sacado de la agenda multilateral los temas políticos. Sus prácticas van de lo unilateral a lo bilateral. Si desea bombardear a Siria lo conversa con Londres, ni siquiera con la OTAN, cuyos miembros en conjunto, lucen cansados de ser los escuderos de EEUU.

Si Trump quiere implementar una estrategia con Corea del Norte, se reúne directamente con Kim Jong, sin pararle mucho a hoja de ruta alguna. Si quiere presionar a Venezuela no lo hará más a través de la OEA, ni con el malogrado grupo de Lima, enviará a su vicepresidente país a país, buscando el aliado perfecto.

Solo los militarmente grandes cuentan, aunque se atreve a sancionar comercialmente a China y Rusia, e irrita a Alemania. La nueva doctrina gringa está en ejecución frente a la vista del mundo. Mientras, sigue una “asamblea” de repetitivos discursos en lo que cada vez se parece más a la extrema unción del multilateralismo.

domingo, 9 de septiembre de 2018

La amenaza de los inmigrantes


La campaña electoral de Donald Trump tuvo su bandera en el perjuicio, de acuerdo a él, de la inmigración para EEUU. 
Desde 2007 EEUU atraviesa una grave crisis económica que ha llevado a los gobiernos de eses país a declararse dos veces en quiebra. En algunas oportunidades la administración pública ha debido cerrar por impagos a los empleados.
Trump convenció a buen número de grupos  caucásicos (o blancos) nacionales de que la culpa del desempleo nacional se debía a que los inmigrantes ocupaban los puestos de trabajo de los nacionales caucásicos.

Trump les dio a entender que todos los trabajos eran para ellos, no importaba el tipo. Todos. Les dijo en la campaña que trabajaran en cualquier oficio que los luego las cosas mejoraran para sus hijos. Trump atizó la xenofobia contra los inmigrantes, empezando por los mexicanos para quienes aceleró el muro fronterizo. Pero esto alcanza a asiáticos, en especial a los de origen árabe, a hindúes, latinoamericanos, caribeños, africanos. Trump endureció las leyes sobre los inmigrantes, al punto de convertirlos en una “amenaza contra los intereses de EEUU”.
Esa es la medula de lo que intenta hacer en Venezuela. Una matriz de opinión de la emigración masiva de venezolanos que causaran desestabilización en la subregión, en Europa y por supuesto en EEUU.
EEUU es un país de inmigrantes. Sus pueblos originarios fueron sometidos a exterminio y genocidio. Desde el siglo XVIII ese país es hechura de nacionalidades europeas, luego asiáticas. En el Siglo XX la migración latinoamericana llegó a esas tierras. Es como la búsqueda natural de los que vieron sus tierras expoliadas.

El trabajo de los inmigrantes sostiene la industria, el comercio, los servicios de EEUU. EL porcentaje de la población es hasta decisivo políticamente. Otro tanto pasa en Europa. Los inmigrantes, profesionales, con oficios, o laboriosos en cualquier país del mundo contribuyen a la construcción de naciones modernas.
Puede haber política de equilibrio en cada país, en atención a la soberanía nacional, la convivencia y la armonía, pero en ningún caso, la inmigración es una amenaza para los países receptores, como ha querido hacer ver Donald Trump.

¿Por qué defender la Carta de la Naciones Unidas?

  ¿Por qué defender la Carta de la Naciones Unidas? La Carta de las Naciones Unidas es, junto a los tratados, jurisprudencia y costumbre int...