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lunes, 24 de septiembre de 2012

La Negra Matea en El Caribe


El 21 de septiembre de 1773 nació en San José de Tiznados, Estado Guárico, Matea Bolívar, quien pasaría a la posteridad con el nombre de la “Negra Matea”.

Durante el Foro sobre Afrodecendencia y descolonización de la Memoria una historiadora de Puerto Rico, sorprendió a los participantes al manifestar su sorpresa de que Matea no formará parte de los héroes y heroínas que reposan en el Panteón Nacional, dada la inmensa incidencia que tuvo en la formación del más grande hombre de América y los servicios que prestó a la causa de la Independencia.
Uno mismo se entristece al no ver cada 21 de septiembre un homenaje a la distinguida maestra e internacionalista cuyo nombre adorna instituciones educativas, sociales y hasta el tanquero emblemático  (antes con nombre de Miss) que en 2002 un grupo de golpistas quiso hacer estallar en el lago de Maracaibo.
Matea ya con unos 40 años, fue designada por  el General y Jefe Supremos de Venezuela, Simón Bolívar, en 1814, en plena emigración forzada de los habitantes de Caracas a Oriente para que acompañara y protegiera a sus hermanas Juana y María Antonia que saldrían del país a fin de buscar refugio en el Caribe.
Luego de una azarosa peregrinación a La Guaira, Matea; Juana y la familia Clemente – Bolívar logran embarcarse rumbo a Curazao. Vale recordar que la travesía debía hacerse atravesando el grandioso y ancho Guaraira Repano, subiendo por la hoy “Puerta de Caracas”, en La Pastora, hasta llegar a Macuto, en pleno Litoral Guaireño.
 Los realistas en el poder, bajo las órdenes del sanguinario Boves,  ordenan una cacería del Libertador y sus parientes. Mucha gente muere en los caminos de Barlovento, desde Barcelona familias enteras, alcanzan el mar para escapar.  Se refugian además de Curazao, en Aruba, Haití y Jamaica. En estas dos islas buscaría cobijo  el propio Libertador.
Matea y Maria Antonia, despintando a sus perseguidores, salen de Curazao y llegan en 1817 a Cuba, donde gracias a viejas amistades de Bolívar se establecen en La habana hasta 1821.
Una vez que Bolívar derrota a los realistas en la Batalla de Carabobo, regresan a la recuperada Caracas, tras 7 años de un duro exilio en el Caribe. Matea continuaría con los Clemente – Bolívar dándoles el soporte de su fortaleza, espiritualidad y lealtad jurada a su amado Simoncito.
 

martes, 27 de septiembre de 2011

Gobernador Gallardo, es de parte de la Negra Matea

El 24 de enero de este año conversé ampliamente con el Gobernador Luis Gallardo en el despacho de Gobierno. El contenido de nuestra reunión lo hice publico a través de este medio.
Era una intensa agenda socio cultural e histórica en la convicción de los amplios valores que tiene nuestro querido Guárico. Salimos muy animados del encuentro. El Señor gobernador nos aseguró que “ahora sí Profesor sus propuestas van a ser consideradas” Y en especial me convenció de que breve se haría realidad la II Etapa del Paseo Negra Matea en San José de Tiznados, obra cuya primera fase inauguramos en noviembre de 2005. Pero que no ha contado con el respaldo de los gobernadores posteriores para culminar la segunda parte. Sin embargo Gallardo me dio la seguridad de que eso va pronto “y mándeme de nuevo el proyecto para no perder tiempo”.  Algo similar me dijo del libro Los Olvidados del Bicentenario, Juicio Final al mestizo Juan Germán Roscio Nieves: “Encárguese usted de contactar la editorial que por aquí hacemos lo demás”. De las otras cosas: Monumento a Matea, la Ruinas de Tiznados, quedamos en revisarla de acuerdo a las gestiones que pudieran hacerse ante terceras instancias.
Ahora, el pasado 21 de septiembre Matea Bolívar, la Primera Maestra del Libertador, la más ilustre de las mujeres nacidas en Guárico, cumplió un nuevo aniversario. Precisamente en el llamado “Año Internacional de la Afrodescendencia”, por lo que haberlo celebrado en grande era un punto a favor de quien se ocupará de ello. En especial en Guárico.
En el Consejo Legislativo del Estado Guárico reposa nuestra propuesta de la “Orden Hipólita y Matea”, como también reposa en el Ministerio del Poder Popular para Educación desde tiempo del Profesor Navarro. Matea e Hipólita deberían hace años estar en el Panteón Nacional. Como desde hace años debió haberse honrado al pueblito de Matea con un digno paseo para que propios y visitantes se nutrieran de la historia que ocultaron de nuestra negritud. En este año internacional, la simbología para resaltar la negritud, el mestizaje, lo afro no ha tenido cabida. No se inauguró siquiera un monumento en todo el territorio nacional. Ni el propuesto para Punta de Mulatos (Vargas), cuyos pre auspiciadores consideraron “muy caro”, ni el monumento  a “Hipólita, Matea y Simoncito”, una hermosa propuesta que también consideraron “algo costosa”. Bien sabemos que los símbolos etnográficos, filatélicos, pictóricos, esculturas, contribuyen grandemente al fortalecimiento de la identidad nacional. Duele aceptar que con la herencia africana, con la negritud continua una discriminación histórica en esta materia.
Lo cierto es que el Paseo Negra Matea, en su segunda etapa tampoco ha sido construido por la gestión del camarada Gallardo. Y tal como le hice con los anteriores gobernadores, doy cuenta a mi pueblo de que como ellos, como un ciudadano más también he estado a la espera del cumplimiento de esta obra. Y no se tomé como reclamo, antes bien, acéptese como un cordial como recordatorio y nuestra propia rendición de cuenta a los habitantes de San José de Tiznados, del Guárico y del país que quiere a la Matea Bolívar. Si lo hacen, será muy bienvenido.
 Lo que si puedo asegurarle es que continuaré en mi peregrinar para hacer esa obra realidad, porque en la Revolución Bolivariana hay gente e instituciones con gran sensibilidad por la historia y la africanidad, representada en su descendencia. Por tanto al Paseo Negra Matea le llegará su momento de verlo en todo su esplendor.
@bolivarreinaldo

viernes, 26 de noviembre de 2010

Retrato hablado de Matea e Hipólita

Se trata de una joven mujer de entre 14 a 16 años, encargada de cuidar y enseñar habilidades psicomotoras a un niño de de entre 5 a 7, de nombre Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, hijo de Concepción Palacios y huérfano de Vicente Bolívar. La joven ha estado junto al niño desde su nacimiento, siendo ella una infanta de 9 años. En sus primeros momentos, Matea niña era supervisada por la joven Hipólita, mujer de 18 años. Tanto Hipólita, como Matea habían estado en el pueblo de San Mateo, en los Valles de Aragua, por tanto se conocían muy bien, era como hermana mayor y menor.
La joven de contextura fuerte, por el ejercicio, es de piel negra suave. Se piensa, por los datos aportados por su abuelo Nicolás, que sus padres provenían del occidente de África, entre las tierras que van de Benin a Senegal, lo que explica su alta estatura, que aún sin desarrollar por completo supera ya el metro sesenta y cinco, por lo que es fácil predecir que en dos años medirá por sobre uno setenta.
Su cabello es crespo. Por coquetería lo peina casi hasta alisar con cremas o mantecas naturales propias de las mujeres africanas o afro de los llanos de Venezuela. Por estar al servicio del acaudalado niño Simón, se le permite elementos de distinción como las medias pañoletas que usa para engalanar sus cabellos y las argollas en sus orejas. Viste con frecuencia vestidos largos coloridos, a la usanza africana.
Rostro ovalado, sin llegar a notar gordura, Sus vivarachos ojos son de un profundo negro azabache, pequeños y agudos. Su boca mediana, de labios carnosos sin llegar a ser gruesos, está adornada por un unos perfectos dientes blancos, que hacen juego con sus ojos. Su nariz es típica de las africanas occidentales, guardando armonía con su sonrisa.
Sus manos, aún no siendo suaves, están cuidadas, detalle propio de las esclavizadas dedicadas a la atención y educación de los niños ricos de la época. Tenían siempre que estar bien presentable para los patrones, quienes pagaban al cabildo un impuesto anual por tener “negras domésticas”.
Su busto ha empezado a desarrollarse y debajo de las telas del colorido vestido empieza a definirse para darle a su figura un destacado toque . Vista con ojos deportivos, se estaría frente a una joven atlética, considerando además las habilidades que adquirió en el dominio de los caballos, trepar árboles, nadar en el río Tiznados y el río Aragua y correr a campo travieso.
Por la costumbre sanas de alimentación y ejercicio es predecible que su cuerpo se mantendrá juvenil hasta más allá de los cincuenta. Aunado a ello su constante actividad física y mental en la guerra de independencia al lado de Simón Bolívar, amen de su exilio en Curazao y Cuba al lado de María Antonia Bolívar.
La imagen que  ha popularizado la historia fue el retrato que le hicieron en 1870, cuando ya tenía 100 años de edad, y aún estaba de pie, lo que comprueba que fue una mujer saludable, de esplendidas condiciones físicas.

Retrato hablado de Hipólita

Hipólita Bolívar, ingresa a cuidar al niño Simón algunos meses después que esté nace. Hipólita acaba de dar a luz a primer hijo, por lo cual era apta para amamantar al bebe Simón.
Hipólita es una esbelta joven, típica mujer originaria de África Occidental. Su estatura está por encima del promedio que consideraban los esclavistas debía medir una "pieza".
Cuando llega a la casa de los Bolívar en Caracas tiene entre 18 a 20 años, mientras que la otra esclavizada que la acompaña de nombre Matea tiene 9 años. Está joven Hipólita y la niña Matea harán una inseparable pareja que acompañará a Simón de manera continua durante sus primeros 12 años (de 1783 a 1795), interrumpiéndose la labor por breve tiempo mientras Simoncito está al cuidado de Simón Rodríguez.
Hipólita es de contextura fuerte y cuerpo hábil. Son conocidas sus hdestrezas como jinete. Por ser servicio doméstico tiene la oportunidad de lucir ropas acordes con la opulencia de sus señores (amos). Ha adquirido destreza en la preparación de alimentos y en el cuidado esmerado del bebé y luego niño Simón. Se expresa con soltura y don de mando a la vez. Aprovechando que su propio hijo es de la misma edad que Simoncito se las ingenia para cuidarlos a ambos, responsabilidad para lo cual es de suma ayuda la niña Matea, ya muy hacendosa y conocedora de los oficios.
Posee Hipólita un atractivo rostro, con viva mirada y generosa sonrisa que deja ver sus bien cuidados dientes.

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