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viernes, 26 de abril de 2019

Venezuela hacia una negociación inevitable. Escenarios



El Presidente de los Estados Unidos de México, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho que su gobierno está dispuesto a acoger las negociaciones de paz para Venezuela. La primera ha sido cuando en Uruguay se creó el Mecanismo de Montevideo en el cual junto a Uruguay, Bolivia y los gobiernos del Caribe, expusieron una hoja de ruta para una Negociación de la partes en Venezuela.

La propuesta del Mecanismo de Montevideo, con la participación de México que de esa forma se retiraba de la parcialidad del llamado “Grupo de Lima”, está acorde con los Mecanismos de Solución Pacífica de Controversias que establece el Capítulo VI de la Carta de la ONU. Así mismo se ajusta al Capítulo VIII de la misma Carta, que da prioridad a los grupos regionales en la búsqueda de soluciones para la paz y la seguridad internacionales de sus regiones. Todo ello para llegar al extremo de la aplicación de las sanciones multilaterales de carácter jurídico, económico y militar del Capítulo VII de la mencionada Carta.

El Mecanismo de Montevideo, podría en estos momentos asumir para Venezuela y la subregión un papel tan importante como el Grupo de Contadora en 1983 en los conflictos de Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras. La primera tarea de aquel grupo, liderado por México, fue la de lograr que toda la región reconociera la autodeterminación, soberanía e integridad de los países mencionados, aún con la oposición férrea de EEUU. El grupo actuó sin esperar la aceptación de todas las partes involucradas, al considerar que lo primero era lograr que los países del mundo, particularmente de América, reconocieran los principios del Derecho Internacional.

Ninguno de los gobiernos del Grupo Contadora era de izquierda, o centro izquierda, creían en el respeto a los principios del derecho internacional y estaban convencidos del  papel de América Latina y el Caribe de garantizar la soberanía y autodeterminación de los pueblos del continente. Miguel de la Madrid (México), Belisario Betancur (Colombia), Ricardo de la Espriela (Panamá), Luis Herrera Campins (Venezuela), dirigían en 1983, año de la fundación de Contadora, sus respectivos países. El Grupo Contadora presentó a la ONU una propuesta que contenía tal declaración de principios internacionales.

Haciendo analogía con el papel de Contadora en aquella crisis de dimensiones subregionales, y con lamentables expresiones de violencia y guerra civil –lo cual no sucede en Venezuela--, en la situación venezolana es necesario que el Mecanismo de Montevideo haga comprender a los Estados que, insólitamente, han abandonado los principios de la Carta de ONU, deben respetar sin exigencias, ni presiones ilegales la soberanía y la autodeterminación del pueblo de Venezuela.  Este es el paso previo a una negociación.
Una vez alcanzado este estatus, lo cual significa reconocer que las partes deben ser estrictamente venezolanas, vendría entonces la elaboración de una agenda que ha de seguir la tesis de una negociación colaborativa, por objetivos --la más deseable--, o de compromiso, dado el desarrollo de las circunstancias, siempre a la luz de los intereses de la Patria.

Los escenarios de negociación para Venezuela

Como en los casos de Nicaragua, Irán, Rusia, Cuba y Zimbabue, el gobierno de EEUU ha tomado medidas unilaterales contra Venezuela haciendo caso omiso a la Carta de la ONU, la cual no autoriza las acciones hostiles de un Estado sobre otro salvo en defensa propia.  EEUU no reta a la ONU, la menoscaba en su esencia multilateral, en su condición de garante de la paz y la seguridad internacionales. Las administraciones estadounidenses, en especial la de Trump, están en una confrontación abierta contra el multilateralismo. EEUU no acata ningún instrumento multilateral que pueda afectar sus intereses presentes o futuros, por ello no ha firmado el Estatuto de Roma (Corte Penal Internacional), Protocolo de Kioto (ambiente) y se retiró de la UNESCO. EEUU ha retrotraído su relación con el mundo al siglo XIX

Ahora bien, sabe  EEUU que la situación nacional en Venezuela, políticamente está clara.  Por ejemplo, no ha habido sacudones sociales por la asfixia económica a la población. Los ataques contra el sistema eléctrico no ocasionaron la violencia que se hubo en ciudades como Nueva York, Chicago y Los Ángeles cuando en sus grandes apagones. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) da constantes pruebas de su apego y defensa de los altos ideales patrióticos. En suma, se desvanece el escenario de un golpe de estado con operadores internos.

El plan de un presidente ficticio fracasó el primer mes, porque no hay en el mundo gobierno sin control de la población, de las instituciones, de la emisión de documentos. Por más “reconocimientos” sin fundamentos jurídicos de la derecha internacional con gobiernos de América y Europa, bien conocen en esas latitudes que aquella entelequia carece de legitimidad y legitimidad. En Venezuela hasta los seguidores del autoproclamado saben quién gobierna al país y de la procedencia electoral que da legalidad al presidente constitucional Nicolás Maduro.

Ante estas premisas, EEUU que no renuncia a su papel de actor principal en la crisis de Venezuela, de ductor del mundo, acentúa la asfixia económica hacia este país. Pocas veces los bloqueos económicos unilaterales funcionan, porque en una “comunidad internacional” de unas 200 países, siempre habrá gobernantes que no caigan en la presión estadunidense de culpar a un gobierno bloqueado financieramente de su propia crisis.

Cuando los gobiernos de EEUU aplican medidas unilaterales -prohibidas por la ONU- lo hacen convencidos de que aún detentan la hegemonía mundial, obviando el desarrollo de poderes nacionales que han surgido o consolidado en Asia y Europa, como los casos China, Rusia, India, Turquía, Irán que no le son tan afines, y que en lo energético, económico y militar infunden respeto, conformando polos de poder distintos al norteño.

EEUU puede jugarse una aventura militar, lo cual para un estado armamentista siempre será una opción. Para ello necesita el respaldo económico de sus socios europeos, de algún país asiático y otro oceánico.  Las guerras contra Afganistán, Iraq y Libia fueron patrocinadas en un buen porcentaje por Europa Occidental,  varios países del Golfo Pérsico, Japón y Australia.

Tal vez, el dinero que están sustrayendo de las cuentas oficiales de Venezuela en el exterior, de CITGO, no les sea suficiente para atacar a un país que tiene equipamiento militar ruso de última generación, en especial aéreo, campo donde EEUU gusta iniciar sus “operaciones de libertad”; porque por tierra sería una osadía, puesto que el pueblo estadounidense no quiere ver urnas cubiertas con su bandera nacional. De eso se cuidó mucho Obama. Por ello desarrollaron los aviones no tripulados y misiles inteligentes, los mismos que las baterías anti aéreas sirias derribaron con facilidad usando tecnología rusa, muy conocida en la FANB.

En la nueva geopolítica mundial, EEUU no renuncia a imponer su forma de ver “la libertad”. Ahora todas sus operaciones unilaterales llevan el mote de “libertad”.  Por ejemplo, la Operación Libertad Duradera,  que aniquiló a Afganistán en 2001; la Operación Libertad para Iraq”, que devastó a Iraq en 2003. “Libertad” es un sustantivo muy ambiguo para los gobiernos de EEUU al que terminan interpretando como “libertad para acabar con todo aquello que impida el cumplimiento de nuestros objetivos”. En Venezuela, la ultraderecha ha denominado sus acciones desestabilizadoras con ese mismo conector oposición – gobierno EEUU: “Operación Libertad”. Una simple analogía con Afganistán e Irak nos da sus características. Nada es casual en  política internacional.

Quien inicia una guerra espera triunfar para llegar con la mayor fortaleza a una negociación final. A las negociaciones se va fortalecido, debilitado o en equilibrio. A EEUU le gustaría que sus operadores negociasen con un gobierno debilitado, como lo hizo el sandinismo a la mesa en 1989, luego de la acción de paramilitares “contras” y de un criminal bloqueo económico. No quiere repetir una experiencia como la de Cuba, que lejos de debilitarse se fortaleció interna y diplomáticamente, al punto de que Obama, en 2016, se abstuvo en la votación contra el embargo cubano. Menos quiere recibir una nueva humillación como la que le acaba de dar Corea del Norte. Al gobierno de EEUU le resultaría más beneficioso, como es obvio, dejar de inmiscuirse en los asuntos internos de Venezuela. A Trump le convendría que sus asesores estudien la Teoría del Método Racional de Toma de Decisiones.

Cuando las fuerzas revolucionarias venezolanas  detienen los intentos de golpes contra el gobierno constitucional, este se fortalece y la oposición golpista se debilita.
El bloqueo económico aupado por la oposición venezolana, es su principal fortaleza, pues crea una perturbación material y emocional en la población, donde sectores de la oposición, sienten la necesidad creciente de cambiar el gobierno por cualquier método, incluida una “operación libertad”.

Para continuar oxigenando su estrategia  al gobierno ficticio, EEUU continúa una ofensiva diplomática que busca ampliar la matriz contra la legitimidad del gobierno constitucional de Venezuela. Desechada ya las banderas de la migración y  de la “ayuda humanitaria”, que quedó sin asidero por la disposición de organismos como la Cruz Roja y la Media Luna Roja de prestar asistencia técnica humanitaria, se escoge el falso estandarte de “Venezuela amenaza para la paz y seguridad regionales”, para adaptarse a los objetivos de la ONU. La escalada internacional estadounidense  quiere debilitar a la Revolución Bolivariana y llevarla a una negociación en debilidad, a una capitulación.

Antecedentes recientes de diálogo y negociación en Venezuela

En la Venezuela de esta V República, luego del golpe de estado de abril de 2002 y el petrolero de diciembre de 2002, el gobierno del Presidente Hugo Chávez convocó al liderazgo opositor, nucleado en la “Coordinadora Democrática”, a una mesa de diálogo que terminó siendo una mesa de negociación. En ella, como buen oficiante, estuvo el Secretario General de la OEA, César Gaviria, quien mantuvo una actitud muy cercana a la parte opositora. La negociación estuvo acompañada por un grupo de países amigos, entre los que figuraban  Portugal, México, Brasil, Chile, España y EEUU.

En aquellas tormentosas negociaciones se concertaron la realización de un referendo revocatorio, siempre que se recogieran las firmas válidas. Aunque se comprobó que la oposición llevó firmas planas y falsas, el Presidente Chávez prácticamente aceptó el reto a través de lo que llamó “La Batalla de Santa Inés”, recordando “el reto entre el Florentino y el Diablo” –el bien y el mal--, ganado por el primero. Aquellas negociaciones abordaron también la composición del CNE que debió ser designado  por el Tribunal Supremo de Justicia, ante el desacuerdo que había en la Asamblea Nacional, donde ningún sector tenía la mayoría de dos tercios.

Esa negociación, caracterizada por posiciones casi inamovibles, no estuvieron exceptas de las presiones opositoras. Primero el paro insurreccional que afectó al cien por ciento la producción petrolera, con riesgo de voladura de buques, simultáneamente con la toma de la Plaza Altamira por un grupo de oficiales desertores de la FANB. Sin embargo, pese a desacuerdos en la oposición la mayoría de sus partidos, aceptaron la representatividad de los que fueron a las mesas. Para 2016 no fue igual, los sectores opositores se desarticularon y dieron al traste con la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

A finales de 2007, el Presidente Hugo Chávez otorgó una amnistía de amplio espectro que favoreció a los golpistas de 2002-2003 en la búsqueda de una conciliación nacional, quitando a la oposición la matriz de opinión de que había de “los presos políticos”. No obstante, los golpistas absueltos volverían a las actividades ilegales y desestabilizadoras, y a todo el que era detenido por delinquir o por escaparse de la justicia, lo llamaban “preso político”, una nueva forma de impunidad que posicionaron en varios gobiernos de derecha, aliados políticos de la oposición venezolana.

En 2017, se instaló nuevamente una mesa para diálogo en República Dominicana. En tales conversaciones, que comenzaron en Venezuela en 2016, con el acompañamiento de algunos ex presidentes como José Luis Zapatero y Martín Torrijos, el enviado especial del Estado Vaticano, así como de UNASUR, mecanismo que tenía un importante peso, y que luego sería disminuido a fin de sacarlo del papel eminente que le correspondería en el caso Venezuela como lo establece el Capítulo VIII de la ONU, y que ahora debería tomar el Mecanismo de Montevideo, liderado por el Gobierno de México, siguiendo las pautas que en su momento tuvo el Grupo Contadora.

El diálogo en Santo Domingo, tuvo como anfitrión al gobierno dominicano, presidido por Danilo Medina, y la facilitación de los actores de 2016. No obstante, dichos “diálogos”, como se comprobaría luego, fueron una negociación “evitativa”, dado que la contraparte de la oposición no tenía la auctoritas para firmar acuerdos, pues respondía a los mandatos del gobierno de EEUU, y el anfitrión no fue imparcial, como quedó demostrado en su posición tomada al lado del llamado Grupo de Lima.

En la versión final del acuerdo no firmado de Santo Domingo estaba una cláusula sobre el papel las elecciones presidenciales para mayo de 2018, a las cuales acudieron candidatos opositores que fueron excluidos por la MUD de las mesas de negociación. Como colofón,  en el transcurso de las conversaciones, varios delincuentes políticos, recibieron beneficios procesales tales como libertad condicional o casa por cárcel. Algunos huyeron del país para continuar la conspiración internacional.  

El gobierno de EEUU, que desde el Decreto Obama (2015) contra Venezuela, viene escalando en la conflictividad, escogió al operador más ultraderechista del oposicionismo venezolano (Voluntad Popular), e intervino directamente para desaparecer, literalmente, de la escena política a los otros liderazgos opositores que desde 2004, luego del referendo, copaban la escena. Los pocos disidentes que hoy quedan, no representan peso alguno en la toma de decisiones oposicionistas.

La mesa en República Dominicana dejó como lección la infructuosidad de negociar con contrapartes sin liderazgo, tutelada por intereses externos (EEUU). De allí que para allanar el camino, el Mecanismo de Montevideo debe persuadir  a la ONU, y con ella a toda América Latina y el Caribe, que tiene que respetarse la autodeterminación de Venezuela para negociar entre partes exclusivamente nacionales. Insistimos en que esa es una gestión que pueden hacer a motus propio, siguiendo el método del Grupo Contadora.
La situación venezolana amerita, luego de aclarado el camino en la pre negociación, un compromiso de los negociadores de obrar con agilidad, rapidez y sentido táctico, ante la evidencia de la falta de colaboración de los sectores adversos a la Revolución Bolivariana, ambas partes deben comprometerse a unas conversaciones que arrojen resultados lo más pronto posible. Aquí la facilitación o mediación será esencial, tanto en la elaboración de los puntos a negociar como del desarrollo de las conversaciones.

La negociación es inevitable para ambas partes

Aunque parezca lejana, la negociación será inevitable hasta para los que la niegan. Europa cada vez se verá más enredada en la interpretación jurídica de la situación de hecho en Venezuela. La posición europea con el caso de sus empresas en Cuba, indica que puertas adentro, en varios gobiernos de ese continente, las luces del conocimiento y el análisis ya llegan a los decisores y dejan ver la silueta de un EEUU que quiere volver a ser el poder hegemónico mundial, lo cual no conviene a una Europa que apenas empieza a salir de serias dificultades regionales.

No pasará como en Libia donde una intelectualidad de izquierda perezosa para investigar aceptó la versión de CNN de un Gadafi tirano; o la alternativa occidental de que para salvar a Iraq había que matar a Hussein, o, como pidieron ciertos trasnochados jeques árabes, el asesinato de Bashar al Asad en Siria, como lo hicieron con Arafat en Palestina. Una izquierda o políticos de centro que nada aprendieron de los magnicidios contra los líderes socialistas africanos. Esto no va a pasar en Venezuela, aunque ya lo intentaron en agosto de 2018.

Negociar es la vía más saludable, si se va a ella con claridad, principios, objetivos primordiales y con fuerza. Esa intelectualidad sea europea o estadounidense que ya no es solo  la de los publicitados escritores, noveles o políticos estrellas, sino también la de los movimientos sociales, alternativos y voces orgánicas, está tomando cartas en el asunto Venezuela, mostrando lo que las grandes cadenas de tres letras archivan o editan.
Negociar fortalecidos es una potencial vía para la Revolución Bolivariana, por lo que debe continuar concienciando al Pueblo sobre los pasos que da, los peligros que se ciernen, nuestra historia heroica; con negociadores en una conjunción de experiencia, formación,  y energía, e incorporando activamente al Pueblo. 

Todo el aparato comunicacional, partidista, comunal, patriótico debe volcarse a explicar, informar, escuchar, orientar a toda la población por igual. Que cada venezolano y venezolana internalice que lo fundamental es ser patriota, nacionalista, que podemos superar nuestras diferencias internamente, lo cual no significa que seamos ideológicamente iguales, sino que siendo diferentes podemos vivir juntos bajo las reglas de la convivencia humana y de un contrato social establecido en la Constitución, las leyes, las costumbres, bajo las reglas de nuestra democracia participativa y protagónica.

Todo el aparato productivo del Estado, desde el pequeño agricultor al empresario, debe ser apoyado y activado. La gran fortaleza de países como Siria, además del apoyo diplomático y de la alianza con Rusia, Irán y China fue lo que pudo mantener, aún en guerra, a buena parte de sus agricultores produciendo sus cultivos tradicionales. Hacer lo que mejor se sabe hacer y donde mejor se puede hacer, es la consigna de una agricultura exitosa, a la cual se suma semillas, abono y agua.

Mantener el pueblo activo, en la producción endógena, y movilizado en la defensa de su soberanía. Los gobiernos progresistas que pierden la calle, pierden el poder político. La oposición venezolana está muy lejos de ganar la calle porque sus métodos violentos y su complicidad con la asfixia económica están al desnudo. La Revolución Bolivariana en ningún momento ha abandonado el escenario popular. Por ello, el gobierno de Trump tomó directamente el testigo, el protagonismo injerencista. Los venezolanos deben hacer valer su autodeterminación.  

Las partes o actores de la negociación

Conocer a la contraparte es nodal para sentarse a negociar con ella. Saber que la conflictividad no bajará durante el desarrollo de las mesas; estar seguro de que el lugar para negociar debe ser un Estado-Nación que garantice la neutralidad y el apego al capítulo VI de la Carta de la ONU.

Una negociación que no pierda de vista todo lo que se quiere lograr, lo que puede en un momento esperar, pero sobre todo que no renuncie a los principios que  dieron y dan sustancia a la Revolución; de lo contrario sería acomodaticia. En ese sentido, estudiar a fondo los posibles objetivos de la oposición, algunos en apariencia evidentes, pero que ocultan sus verdaderas intenciones.

La fortaleza opositora del bloqueo económico y financiero que orquesta EEUU de manera ilegítima, unilateral, afecta a todos los sectores de Venezuela: Bolivarianos, opositores y no militantes. Sabe que mientras éste se acentué obliga al gobierno a buscar soluciones de emergencia y afecta el desarrollo normal del Plan de Gobierno. La mayor debilidad de la Revolución Bolivariana, es también económica, acentuada por el bloqueo estadounidense, la caída de la producción petrolera y el no tener un aparato productivo que garantice la abundancia de bienes de consumo, en especial en agricultura y cría. El factor monetario, es parte de la presión económica, mas no sería determinante si hubiera una importante oferta nacional de productos básicos. 

Para una negociación óptima, Venezuela y los garantes de las conversaciones, sea como grupo de contacto, facilitadores o mediadores, deben exigir a los actores internacionales el apego a la Carta de la ONU. El Mecanismo de Montevideo tiene que hacerlo –porque grupos como el de Lima son una circunstancia política, como lo fue Peña Nieto, sus acciones circunstanciales no son política de Estado–, porque es un deber de los gobernantes regionales luchar para que Nuestra América no sea recolonizada por imperio alguno.

López Obrador, el Mecanismo de Montevideo, el NOAL, el Secretario General de la ONU, el ALBA deben llamar a todos los gobiernos de América Latina y del Caribe a poner por encima de cualquier ideología política la soberanía nacional, el derecho de cada Estado-Nación a resolver sus problemas políticos internamente; deben exhortar a la ONU a exigir de EEUU y de Europa Occidental el respeto a estos principios y a cesar en la aplicación de sanciones unilaterales. La Asamblea General de la ONU, dado que el caso Venezuela fue colado por EEUU hasta el Consejo de Seguridad, tiene que pronunciarse sobre el deber de sus miembros a no injerir en los asuntos internos de Venezuela y a respetar los métodos de solución pacifica de controversia.

Por último, las venezolanas y venezolanos desde hace años han elegido una forma pacífica de convivir o coexistir, signada por la Constitución de 1999, cuyos preámbulo y tres primeros artículos establecen el ideal de Estado-Nación y Pueblo que queremos. Recomendamos su concienzuda lectura, memorización e interpretación a cada persona nacida o que habite esta Patria, a los habitantes de los pueblos del mundo, en especial a aquellos con injerencia en las conversaciones relacionadas con Venezuela. Pueden comenzar con el Artículo 1, que resume todo lo que es el interés supremo de la Patria:

Artículo 1. La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador. Son derechos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional.



domingo, 3 de junio de 2018

Crecimiento económico o Nada: ¿Qué debemos hacer?

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Venezuela es un país petrolero y en torno a esta riqueza debieron crearse las ventajas competitivas en otras tres o cuatro áreas productivas para insertar al país en la economía mundial. O en términos más comunes, tener la posibilidad de vender el excedente de esos tres o cuatro productos para asegurar que con esos recursos se compraran aquellos bienes que resultaría desventajosos producir nacionalmente. Hay que superar la ilusión de creer que todo lo que consume el país se puede hacer, menos sino se cuenta con un gran mercado. Y bien sabemos que la integración económica suramericana sigue estanca en los años 60 del siglo pasado. No es necesario ensamblar celulares, o computadoras en Venezuela, es más rentable especializarse en fabricar un componentes esenciales y expórtarlos, estos recursos darán para comprar los celulares o computadoras necesarios un mercado tan pequeño como el venezolano. Vale decir, crear ventajas competitivas. Haciendo el chasis de un vehículo se obtiene más ingresos a escala que ensamblando esa misma unidad.

Consolidar una Base Productiva

En primer lugar, Venezuela no consolidó una base productiva que garantizara dos tercios de la producción de la cesta alimentaria básica en aquellos productos como el maíz, el arroz, las caraotas, frijoles, leche, carnes rojas y blancas. Así como ha bajado la producción petrolera se ha reducido la producción agropecuaria. Ello se lograba con la inversión petrolera en el campo, con los créditos, con la formación para el trabajo agrícola y adecentando las zonas rurales (garantizando servicios como educación, salud, recreación, energía eléctrica y vialidad); facilitando los insumos como fertilizantes, repuestos para la maquinaria. Dos tercios sería todo un éxito. El otro se adquiriría con los excedentes arriba enunciados.

Rescatar integralmente la industria de los hidrocarburos

En segundo lugar, la industria petrolera se vino a menos. Una de las causas del actual aumento del precio del barril del petróleo es la insólita baja de la producción venezolana. En realidad, la baja de la producción petrolera venezolana ha beneficiado a los socios OPEP (no necesitan bajar sus cuotas) y a los no OPEP. Venezuela ha perdido importantes mercados para la exportación y hasta debe comprar crudo para sus refinerías en el exterior, diesel  y nafta para producir gasolina. Nuestras refinerías no están siquiera a la mitad de su capacidad instalada. La industria debe volver a ser competitiva para recuperarse como primera fuente de divisas y cumplir su función motora de desarrollo.
Urge reactivar los pozos petroleros, la infraestructura operacional de la industria, como las líneas submarinas del lago de Maracaibo, los almacenes de crudo; reponer el inventario de maquinarias y logística robados que dejó desmantelado decenas de pozos, y darle toda la seguridad que requieran; modernizar o sanear las refinerías para que el país pueda surtirse plenamente de combustibles y volver a exportar gasolina, lubricantes y demás derivados. Por nada del mundo debemos volver a ser un mono exportador de crudo e importador de refinados.

Es perentorio el reforzamiento de la petroquímica. Allí está una de las máximas líneas de ingreso de divisas para país si se hace de verdad competitiva esa industria. Muchos productos de la rutina humana provienen del petróleo: plásticos, gomas, poliéster, cauchos, utensilios del hogar, fertilizantes, bloques de construcción, entre otros.  PEQUIVEN es puntal para abastecer el mercado nacional de productos derivados y para la exportación. No lo está haciendo, debe hacerlo a la brevedad.  En esa misma línea, La industria del gas, deben potenciarse. Aprovecharse. Exportarse.  Su demanda se incrementa anualmente. El propio EEUU es exportador de gas, además de petróleo liviano. No es suficiente saber que el país tiene unos recursos en abundancia si ese recurso no se explota para el bienestar ciudadano.

Para un pueblo defensor su modelo político, es importante, es justo toda la verdad sobre la situación de la industria petrolera en general. Responder a preguntas sobre por qué no estamos produciendo aceite para vehículos debido a que no estamos extrayendo el crudo pesado que se encuentra en el Lago de Maracaibo, cuyas líneas deben recuperarse y recibir mantenimiento constante; de por qué estamos importando petróleo liviano, y combustibles del propio EEUU. Lo cual, como primera medida, debe llevar a un estudio político y consciente de establecimiento interno de los precios del combustible, que al menos cubra un 50 % de los costos de producción y de importación (mientras esta persista).  Por supuesto, concienciar a la población de la necesidad de consumir menos combustible, para en este momento importar menos, y luego exportar más.
Es imprescindible educarnos a todos y todas sobre los planes para reactivar PDVSA, PEQUIVEN, PETROGAS y que en menos de un año podamos al menos superar los dos millones de barriles diarios y ver los resultados en las industrias Petroquímica y de gas.

Diversificar la producción y con ello las exportaciones. El desarrollo endógeno

En tercer lugar, a partir de nuestras reales capacidades humanas y técnicas adentrarse en la producción de esos tres o cuatro rubros, uno de ellos la industria Petroquímica. Otro, es la industria minera, en la cual hay que tomar todas previsiones ecológicas posibles. Lo primero aquí es la poner al servicio del desarrollo del país la capacidad instalada (sin que quede ninguna ociosa) de SIDOR. Cabillas, alambres, acero, tubos, pellas, y toda la potencialidad que allí tenemos. Con toda seguridad se cubrirá la demanda interna y se contará con un excedente para la exportación. Luego, decidir, con criterios ecológicos, que minerales estratégicos o no metálicos serán los tomados como claves para el desarrollo y la exportación. No basta con decir que los tenemos, es importante el saber cómo y con quien explotarlos. Estudiar cómo proteger la biodiversidad y como detener la minería ilegal que ha robado al país miles de toneladas de minerales preciosos como el oro, los diamantes y el coltan.  Con tan solo disminuir las prácticas ilegales de la minería, se aumentaría la productividad en favor del país.

Una política que anunció el Presidente Hugo Chávez, pero que no se implementó debido a que no se colocaron a profesionales que la comprendieran al frente, fue la de Desarrollo Endógeno. Se habló, se escribió,  se incluyó en los planes de la nación, no obstante, o no se sabía que es o sencillamente se prefirió la Economía de Puertos. El desarrollo endógeno es el crecimiento interno que puede experimentar un municipio o distrito en un área productiva, bien por su ventaja comparativa (lo que mejor y a menos costo se da allí) o bien por sus ventajas competitivas (creadas). El desarrollo endógeno dirigido ha sido nodal en el despegue económico de varios países que sufrieron calamidades naturales o por guerras.

Debe haber distritos productores. Maíz donde se dé el maíz, frutas, granos y cereales donde se den, ganados en los espacios para ellos, y así sucesivamente. Deben reactivarse los distritos industriales (en Aragua, Carabobo, Bolívar) para generar bienes con insumos nacionales. Deben estimularse las iniciativas locales, en especial de pequeñas y medianas industrias que contribuyen a cubrir las necesidades de las localidades y cuyo éxito genera especialización en las localidades haciendo escalar la producción. No puede la economía distraer recursos y divisas en experimentar con ensamblajes de bienes que no son competitivos y cuya demanda nacional puede cubrirse por medio de los ingresos generados por la diversificación de las exportaciones.

Se necesita cuantificar de las capacidades instaladas en productos elaborados y semielaborados en cada región. Un censo preciso de empresario, emprendedor, productores bien que estén activo o bien que no lo estén a causa de la crisis. A partir del desarrollo endógeno dirigido puede generarse el abastecimiento de las localidades y su intercambio. La población de Venezuela es pequeña, es posible alcanzar una oferta en algunos casos de 100%, en otros en un 70 %. Fomentar el intercambio entre esos circuitos hará que produzcan excedentes que vayan hacia los municipios no productores como los urbanos.

En cuanto a bienes de consumo masivo, como el trigo, ya este se produce en países tropicales como Sudan, a una escala tan alta que lo exporta a países árabes del Golfo Pérsico, también en Argelia se produce trigo en clima de hasta 40 grados. Las alianzas de Venezuela con esos países bien pueden estudiar la factibilidad de producir ese cereal en Venezuela y disminuir en un porcentaje importante su importación. Amén de profundizar en campañas para disminuir su ingesta, tan dañina para la salud. Las relaciones económicas internacionales deben estar al servicio de la reactivación y el crecimiento económico de Venezuela. La diplomacia tiene que tener esta orientación: economía y política.  El ganar -  ganar significa bienestar integral. Hasta el país cuya economía sea pequeña puede entrar en ese ganar - ganar sin tan solo paga crédito petrolero a tiempo, o amortiza su deuda con Venezuela. Significa atraer inversiones directas subordinadas al interés nacional y hacer letra viva la transferencia tecnológica. Junto con cada maquinaria importada, además de la capacitación humana han de garantizados los respectivos insumos y repuestos que garanticen su operatividad a largo plazo. No se puede convertir Venezuela en un cementerio de transporte y maquinarias sin repuestos.

La distribución de los bienes entre la población 

En la medida que la economía alcance sus metas mínimas de productividad dos tercios, y se normalice el comercio internacional complementario, la oferta de bienes y servicios junto con políticas acertadas del estado irá normalizando la vida económica del país, lo cual se reflejara en la reactivación de los espacios de compra venta, haciendo que las medidas que han sido necesarias para combatir la guerra económica y la baja de entrada de divisas vayan pasando a un segundo plano. El aumento de la producción y con ello de la oferta para satisfacer la demanda, también incidirá en la reducción exponencial de la inflación al hacer imposible desviaciones como el acaparamiento y la especulación.

Política monetaria

En cuanto a la política monetaria. El gran problema del país es que el ingreso de divisas depende principalmente de la factura petrolera. Esta disminuyó primero por la baja del precio del barril, y ahora por reducción de la producción. Por tanto, el estado se vio obligado a controlar el otorgamiento de divisas. Esto ha generado distorsiones en el precio y escenarios de corrupción pública y privada. La salida para una política monetaria saludable es aumentar la entrada de divisas. Esto se logrará si se aplican estrategias como las señaladas en este ensayo. Un precio equilibrado de la moneda es fundamental para un comercio internacional justo y competitivo. A mayor productividad, mayores excedentes, mayor entradas de divisas por exportación y por consiguiente mayor abundancia de estas que podrán dirigirse al pago de insumos industriales, repuestos,  medicamentos, equipos médicos, bienes importados, pagos en el exterior y demás compromisos.

Todo lo cual permitirá una política cambiaria acorde con un país con esas características.
Junto al aumento de la producción petrolera, el saneamiento relanzamiento de su industria, el desarrollo endógeno dirigido, la diversificación de las exportaciones basada en tres o cuatro productos, una política monetaria basada en lo anterior se pondrá Venezuela en la senda de un crecimiento económico con bienestar humano.

* El autor es docente e investigador en las áreas de economía del desarrollo y relaciones económicas internacionales, con estudios concluidos de postgrado en esas áreas.

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