Vamos a conocer un poco el por qué de los nombres o topónimos que llevan los lugares donde vivimos o conocemos. Para ello, acudiremos a fragmentos de nuestro libro El poder de nombrar y renombrar, manual para la descolonización de la toponimia en Venezuela, editado por la editorial El Perro y la Rana, que puede adquirirse en las Librerías del Sur, y electrónicamente en la web de esa editorial.
Hoy versamos sobre la toponimia en América
La
estudiosa Olga Chesnokova destaca tres fuentes para la toponimia en el
continente y en las islas: voces originarias, nombres impuestos por el conquistador
y nombres republicanos.
Son
múltiples los casos de traslado de
topónimos europeos a Nuestra América, por lo que es común en todo el territorio
ocupado, sumando parte de lo que es hoy Estados Unidos de Norteamérica,
conseguir reflejados los nombres europeos.
Se
encuentran casos sorprendentes, por su repetición como el del topónimo
“Córdoba”, ciudad española de Andalucía, que se repite en Colombia, México,
Argentina, Perú y Chile.
El
sitio web del diario español La Razón registra
las siete ciudades españolas cuyos topónimos se repiten más en el mundo.
Empezando por San Sebastián, con once ciudades distribuidas en México,
Argentina, Colombia, Perú, Venezuela, Filipinas, Puerto Rico, Costa Rica y El
Salvador.
El nombre de Málaga lo llevan diez
ciudades en: México, Colombia, Estados Unidos, Cuba, Guatemala, Filipinas,
República Dominicana, Sudán, Noruega, Papúa Nueva Guinea y Marruecos.
El de Valencia: se repite en México, Colombia, Estados Unidos, Argentina,
Venezuela, Filipinas, Ecuador, Brasil y Trinidad y Tobago.
Otros
nombres repetidos son el de Zaragoza, Toledo, Sevilla, Salamanca, Madrid,
Mérida, Cádiz y Barcelona
El
topónimo “Santiago”, identidad de uno de los doce apóstoles de Jesús de Nazaret,
que da nombre a la ciudad española de Santiago de Compostela, fue replicado en
importantes poblaciones de Nuestra América, tales como Santiago de Cuba,
Santiago de León de Caracas, Santiago de Los Caballeros de Mérida, Santiago de Chile, Santiago de los Caballeros
en República Dominicana, Santiago en Ecuador, y Santiago de Veraguas en Panamá.
Los
invasores al agotar todos los topónimos posibles, o sencillamente por la
variedad de frentes que abarcaban repetían. Era común la duplicación; bien por la
procedencia local de la que venía el jefe expedicionario, por el santo que
profesaba, la advocación a la Virgen.
En lo
religioso, algunas capitales de ciudades de América llevan de principal un
nombre referente a la madre de Jesucristo: En Venezuela, la capital del estado
Nueva Esparta es La Asunción (cualidad de la virgen que fue ascendida en cuerpo
y alma al cielo); Nuestra Señora de la Asunción en Panamá; Nueva Guatemala de
La Asunción; Nuestra Señora de La Paz (Bolivia); Nuestra Señora del Buen Ayre
(Ciudad de Buenos Aires).
Acerca
de la nomenclatura hispana que renombró a lugares de este continente hay
aproximadamente 70.000 topónimos de origen español o portugués.
Sobre
la toponimia de América, en el “Atlas Latinoamericano” publicado por la Universidad
Nacional de Lanús en Argentina, se sostiene que:
Cada uno de los nombres que ha
recibido a lo largo de la historia la región que abarca los territorios al sur
de Río Bravo responden a una época y un contexto particular; expresa las
búsquedas de identidad pero también los proyectos políticos en pugna. La lucha
por los conceptos y los nombres es fundamentalmente una lucha política, puesto
que detrás de cada vocablo, subyace una forma determinada de concebir a la
región y a los pueblos que en ella habitan.
En el próximo artículo veremos los primeros nombres colocados en América por Cristóbal Colón con la metodología que siguió para ello.