Por más números que
echen, el 07 de octubre el Proyecto Socialista – Bolivariano se impuso en
Venezuela sobre la derecha. Y allí puede caber el 55,5 % a 44 %, directo. Es
decir, mientras que en muchos países del mundo, se hacen dos rondas para
alcanzar el 51 % de los votos, mediante alianzas de centro, de izquierda, de
derecha, en Venezuela desde 1998, Hugo Chávez ha estado muy por encima del
mitad más uno, a pesar de que por el tipo de elección, mayoría relativa, quien más
voto saque gana. El último presidente de la IV República, Rafael Caldera, ganó en
1968 y en 1993 con 30 % de los votos.
Ahora bien, lo trascendental
de las elecciones del 7 O, y de los que no habla la derecha, es que se derrotó
al más descomunal aparato propagandístico auspiciado por las corporaciones
estado gringas y europeas de las que se
tenga memoria, luego del férreo asedio que sufriera Nicaragua en los 80, cuando
la derecha se unificó con Chamorro para sacar a Ortega. En el caso Venezuela,
todo el dinero y la tecnología inimaginable fueron puestos al servicio de la
candidatura, sin importar el nombre, que podía servir para que las trasnacionales
recuperaran la administración de los recursos y la
tesorería del país.
Hacia el 2018, el
trabajo de educación y conciencia Patria debe orientarse con fuerza a los
jóvenes liceístas y universitarios. Allí hay debilidad del proyecto socialista,
necesario es la creatividad y las estrategias integrales para ese determinante
sector de la población.