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sábado, 17 de noviembre de 2012

Los derechos humanos, bruto

 
El asunto de los derechos humanos para la ONU es tan elevado como el del medio ambiente, pero abismalmente insignificante ante el de seguridad.

Así el Consejo de Derechos Humanos apenas vio luz en marzo de 2006, luego de insólitos y candentes debates. Lo primero, porque a pesar de que los derechos del hombre y la mujer son tan antiguos como la ciudad de Tombuctú (1100 DC), en Mali, donde un grupo de antropólogos descubrió manuscritos que contienen principios de derechos civiles similares a los promulgados por la Revolución Francesa, hubo potencias de occidente que rechazaron la aparición de la nueva instancia de la ONU.

Al final, los obtusos no lograron que la Comisión de Derechos Humanos, una dependencia del Consejo Económico y Social, se mantuviera y dieron paso al Consejo DH, con una composición amplia que incluye a los cinco continentes, sin miembros permanentes y sin veto.

Aceptaron que los derechos humanos son universales e indivisibles —si bien la Resolución 251 no detalla cuales son los muchos derechos que tenemos— pero no le dieron al CDH más atribuciones y poder que el hacer un informe periódico y elevarlo a la Asamblea General.

De esta manera, por muy acuciosos y serios que puedan ser los reportes del nuevo consejo, estos están sometidos a la aprobación de la Asamblea General, que a su vez debe solicitar la conformidad del todo poderoso Consejo de Seguridad, lo cual significa que es materialmente imposible llamarle la atención a uno de los cinco miembros permanentes, o a cualesquiera de sus amigotes.

Y es que hasta en la redacción de la resolución 251, los derechos humanos quedan subordinados a la “seguridad”. Tal vez, esto explica la aparición de los bombardeos humanitarios que auspician y financian los pares occidentales del Consejo de Seguridad.

Las bombas de la OTAN y sus aliados han caído sin discriminación sobre los habitantes de Panamá, Palestina, Afganistán, de Iraq, de Libia, de Siria, de Costa de Marfil, Sudan, Somalia entre otros. Las excusas normalmente se circunscriben a visiones políticas, conducción económica, al disgusto ideológico de  Occidente con la manera como algún gobernante conduce la política nacional de su país. Esto le vale, luego de la guerra mediática, la destrucción sistemática de la infraestructura militar, puertos, aeropuertos, comunicaciones, y todo lo que se considere “objetivo militar”, hasta finalmente capturarlo y juzgarlo o aniquilarlo.

Mientras llega ese último paso, van cayendo vidas de jóvenes militares, de mujeres, hombres, niños y niñas; el derecho a la vida. Caen los espacios hospitalario; el derecho a la salud. Los centros educativos; el derecho a la educación. Desaparecen las tierras fértiles por efecto de la radiactividad, las bombas de racimo o las minas anti personales, bloquean la entrada de comida del exterior; el derecho a la alimentación.
Y cuando occidente alcanza sus objetivos. Instala regímenes fuertes que persiguen a la disidencia, prohíben medios de comunicación, hacen largas transiciones sin elecciones trasparentes; los derechos civiles. Pareciera que violar derechos humanos es un simple daño colateral
Ardua tarea la de Venezuela en ese Consejo, convencerlo de que debe servir, al menos, para detener las guerras humanitarias.

martes, 5 de junio de 2012

Siria ¿Otra vez Libia? o como se derroca un gobierno

Hace semanas atrás leí un artículo de un docente universitario del área de las relaciones internacionales que emplazaba al Consejo de Seguridad de la ONU a tomar acciones contra “el criminal gobierno de Siria”. A su vez, recordaba la “ejemplar acción” de la OTAN al haber reducido al “tiránico” gobierno libio.

De vez en cuando, aparecen en la prensa escrita estas opiniones de profesionales de las ciencias sociales, apuntalando las acciones bélicas e intervencionistas que en nombre de la paz realiza occidente a través del poder militar y financiero de organismos multilaterales.
Es allí, cuando todo el peso de la hegemonía comunicacional cae sobre los principios de soberanía, autodeterminación y búsqueda de soluciones internas, subregionales o regionales. Porque si una persona que maneja el método científico es alienada por la estrategia comunicacional contra algún país, debe entonces temerse por el común de la ciudadanía.

La historia moderna está llena de testimonios de gobiernos que han caído a partir de “mentiras verdaderas”. Sin entrar a calificar ideologías, en las últimas décadas derrocaron gobiernos en Centroamérica, Afganistán, Irak (tan escandaloso que hasta los invasores reconocen que mintieron), y más recientemente Libia.

En el caso libio, sorprende el descaro con el cual los lideres occidentales mantuvieron una “creciente amistad” y relaciones de cooperación económica con el gobierno de Gaddafi, pero luego bombardearon sin misericordia cuarteles, puertos, aeropuertos, hoteles, escuelas, universidades, hospitales, zonas residenciales, infraestructura para agua potable, hasta asesinar grotescamente al líder del país, el cual pasó a ser el de mayor índice de desarrollo humano de la región a un estado anárquico, deprimido, endeudado que espera de lástima internacional para calmar el hambre y la sed. Libia retrocedió 50 años en el tiempo.

En ese ABC de las intervenciones en África y los países árabes siempre ha estado pendiente la materia de Siria, desde Bush en el “Eje de Mal”, junto a Estados como Sudán (ya partido en dos), Irán, entre otros. La matriz mediática se ha encargado de repetir una y otra vez que es tiene un gobierno “tiránico”, “que mata civiles”. Para demostrarlo, tal como en Libia, pequeñas protestas fueron posicionadas en imágenes televisivas. Paralelamente se fue organizando una oposición violenta y un discurso para consumo de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU. Crearon el CNT Sirio y calbidearon ante los países del Consejo de Cooperación del Golfo para darle legitimidad regional a la acción desestabilizadora.

Por su parte el gobierno Sirio, aceptó las condiciones que se le iban imponiendo, como observadores de la Liga Árabe, los cuales fueron desautorizados por el Consejo del Golfo a ver que las conclusiones condenarían a la oposición. La hoja de ruta de Kofi Annam, a quien no le quedo más remedio que reconocer que la oposición estaba utilizando la violencia, fue aceptada. En el mismo período se celebraron elecciones legislativas sin graves alteraciones y un referendo que no fue favorable al partido de gobierno. Siria, que hasta el 2011 era uno de los países en el mundo con menor índice de hambre y mayor índice de bienestar, se empeña en transitar el camino de la paz.

Ante tan buen camino, el oposicionismo a Siria reactivó el terrorismo, y con ellos la guerra mediática internacional, acompañada de acciones diplomáticas occidentales como botar a los embajadores sirios. Triste que haya humanos que quieran que en Siria se repita el exterminio humanitario que hizo la OTAN en Libia.

domingo, 18 de marzo de 2012

Sin causa árabe

Sin temor a equivocarnos, y lamentando no hacerlo los hechos estos últimos años muestran un liderazgo árabe que ha abandonado la razón primigenia de la existencia de esos pueblos: la gran nación árabe.
La razón por la cual la Liga Árabe era de estados y no de naciones, se debía a que para los habitantes de esas entidades políticas la nación es una sola sin importar que en ellas haya varios estados. Bajo esta concepción la nación árabe la constituyen los 22 países ubicados en la Península y en África.
Esta condición debería significar que los países árabes tuvieran políticas comunes lo cual debería traducirse en la defensa mutua, comercio exterior, diplomacia en bloque e internamente elementos integracionistas como la libre circulación de los factores: trabajo y capital.
El sueño de hombres como Abdekader, Nasser, Fanón, era el de un solo Estado – Nación. Tal vez, el último panarabista ha sido Gaddafi, quien murió como legitimo presidente de la Liga Árabe. Y la última acción conjunta fue el bloqueo petrolero contra EEUU, Francia y Reino Unido que de no ser por la Venezuela servil de entonces hubiese puesto de rodillas al bélico imperio.
Ahora la dirigencia de los Estado Árabes abandona la causa y pone sus recursos económicos para que las potencias colonialistas ataquen a los propios árabes, y apenas declara sobre las matanzas en Gaza. Hasta el propio liderazgo palestino no está en contra de que Occidente, aliado de Israel bombardee inmisiricordemente a Libia y posiblemente a Libia
@bolivarreinaldo

domingo, 11 de marzo de 2012

Solidaridad con Siria, Reinaldo Bolìvar y el ruin de Bocaranda

Solidaridad con la Siria digna de Bashar Al-Assad

Los medios occidentales se han ocupado de aupar dos nuevas doctrinas de intervención: la primera el derrocamiento de presidentes populares o contrarios a las líneas del norte que gobiernan en países con recursos naturales o posiciones geoestratégicas importantes; la segunda las guerras humanitarias.
La doctrina de la guerra humanitaria es como estar en medio de una balacera y llega la policía y te grita “no se preocupe yo voy a eliminar a una de las bandas, usted corra”. Y tú gritas “pero por ¿Dónde?” y la policía te advierte “Por donde pueda”.
Occidente ha clasificado a los jefes de estados en “gobernantes” y “dictadores”. Si estás alineado eres gobernante, no importa que seas rey, emir, emperador y lleves toda la vida mandando a tu antojo. Si no estás alineado, serás dictador, tirano. No interesa si has sido elegido por mayoría. Hay que eliminarte por ser dictador. Ya te vendrá tu guerra humanitaria
El Presidente de Siria, Bashar Al-Assad cayó en la última lista. Fue electo por referendo en el 2000 y reelegido en 2007. Bashar es uno de los pocos jefes de estados de la Península Arábiga que no es monarca y ha participado en elecciones. Recientemente promovió un referendo constitucional donde varias de su propuestas ganaron y otras fueron derrotadas, Así es la democracia. No obstante la Liga Árabe, Confederación del Golfo y Occidente han sometido a Siria a un cruento bloqueo económico para rendirla.
Siria necesita de la solidaridad material del Sur para derrotar a la voracidad interventora occidental.


NOTA: Por allí Bocaranda en sus “Run ruines” ha mentido descaradamente afirmando que el Viceministro para África presentó un informe al Vicepresidente Ejecutivo Jaua, en el cual le recomendaba no vender diesel a Siria por no ser conveniente.
Prueba Bacaranda su ignorancia en geografía universal pues Siria se ubica en la Península Arábiga, que pertenece al Continente Asiático, y no a África. Nos recuerda Bocaranda a una ex miss Universo que confundió Corea con China.
Pero aunque lleváramos a Siria en nuestra área de trabajo, de hacer una recomendación iría en la línea del presente artículo, porque estamos con la causa de la Siria Actual, la asediada por 15 mil mercenarios pagados por occidente y las monarquías árabes. Esa Siria que preside dignamente Bashar merece toda la ayuda de los pueblos del Sur, y eso incluye diesel, alimentos y todo tipo de solidaridad a la que haya lugar.
En conclusión, sirva la nueva mentira de Bocaranda para comprobar que es sólo un especulador de oficio. Esta vez eligió mal la victima, con este servidor se cayó de platanazo.
@bolivarreinaldo

martes, 17 de mayo de 2011

Ramonet, la izquierda y Libia


 
Benghazi, ciudad cuna del último monarca libio, un rey complaciente con Gran Bretaña, siempre ha sido el reducto de la oposición. Esta actitud nunca fue disimulada, menos cuando los alzados recibieron la orden de atacar, de inmediato tomaron con símbolo la vieja bandera que identificaba la monarquía absoluta. Solo alguno que otro intelectual de izquierda, llevado por su antipatía contra Gaddafi, puede pensar que aquellos contrarrevolucionarios tienen buenas intenciones.
Sorprende por ejemplo que el conocido periodista francés Ignacio Ramonet, haya reclamado que los gobiernos de izquierda y los demócratas del mundo no ayudaran a los insurgentes libios. Extraños demócratas que  usan balas en lugar de votos, como es el caso de los mercenarios de Benghazi, al servicio de Francia y sus aliados de la OTAN. Ramonet termina justificando los crueles bombardeos de la OTAN en su afán de probar que Gaddafi es malo. Y por ser malo, a pesar de las evidencias de apoyo del pueblo a Gaddafi,  pensará Ramonet que deben asesinarlo sin importar que mueran inocentes, como los nietos del lider, sin considerar que se mantenga aterrada a diario a una población que no entiende porque caen misiles en sus calles, colegios y casas. Que no comprende porque los “insurgentes” para los que el intelectual francés pide apoyo, permiten que maten a los sacerdotes libios, y luego van a París a reportarle directamente a Sarkosy.  ¿A que libios le preguntaron si querían un Consejo Nacional de Transición? ¿Cómo lo formaron? ¿Quién les autorizó a vender el petróleo de la nación? Las dos últimas respuestas son sencillas: Francia y la OTAN. No sabemos si Ramonet y otros de la izquierda glamourosa consideran esas acciones democráticas.
 Lo más insólito es que el reconocido escritor afirma que la única fuente de derecho internacional es la ONU. Ósea, que el vetusto Consejo de Seguridad puede imponer su código de conducta a sangre y fuego. Mucho intelectual de la izquierda no ha leído los discursos de Gaddafi en la ONU, ASA, Unión Europea y Unión Africana en los cuales sostiene que las funciones del Consejo de Seguridad deben ser asumidas por la Asamblea General, lo cual si es más democrático. También arremetió Gaddafi contra el FMI, el Banco Mundial y la OMC por su voracidad capitalista, Pocos líderes internacionales, casos de Chávez y Kichner, lo han hecho. Pero para descalificar al “líder”, los exquisitos izquierditas, dicen sencillamente que es un doble discurso.  Y para poner distancia afirman orondos “yo apoyo al pueblo libio, a pesar de no estar de acuerdo con Gaddafi”. Algo así como que “no importa si se pierden unas cuantas miles de vida, siempre que eliminen a ese señor”. Lo mismo decían de Hussein, y ya en Irak las muertes civiles superan el millón. Pero con Gaddafi es más alarmante. Estamos hablando del guía de la Revolución Verde, del que acabó con el imperialismo inglés, francés e italiano en Libia y la llevó a altos niveles de desarrollo humano; y que fue, hasta los bombardeos de marzo, el primer cooperante continental para los países pobres africanos  Hay tanto opinante que no lee más allá de sus propios escritos.
El derecho internacional tiene varias fuentes como la costumbre, la doctrina, el derecho natural y los organismos regionales. En el caso libio, no se permitió que la Unión Africana activara sus bien conocidos y exitosos medios de solución pacífica de controversia. Y de aceptar que la ONU es la única fuente del derecho internacional, que no lo es, entonces el Consejo de Seguridad violó la Carta de la ONU que privilegia la acción de los organismos regionales en casos como el de Libia. Tal vez Ramonet no se enteró que a cinco presidentes de sendas subregiones africanas no se les permitió la entrada a Libia el 18 de marzo, cuando iban a cumplir su labor mediadora por encargo de la UA. A cambio, la ONU escogió usar la polémica recomendación de una atomizada Liga Árabe, donde más de la mitad de sus miembros no son africanos y si de clara tendencia pro estadounidense, y para más decidieron sin la presencia del gobierno libio, que ejercía la presidencia de turno de la Liga.
Dice el autor francés que el único gobierno que tomó una iniciativa fue el venezolano. Y para apuntalar su afirmación cita la frase de Bolívar de “maldito sea el soldado que dispara contra el pueblo”.  Esos mercenarios no son pueblo. Y si el autor hubiese visto las imágenes televisivas, pudiera haber comprobado que están bien armados y ahora cuentan con su propia aviación, o más bien, ellos (los “insurgentes” que pide Ramonet apoyar) son las tropas terrestres de la OTAN. Ellos están matando, mantienen secuestrada a la gente en desacuerdo en las ciudades que ocupan y piden a la OTAN que redoble los bombardeos, con el fin único de tomar el poder por jaque mate.  No nos citen a Bolívar para justificar la catástrofe imperial sobre Libia, para amparar a los lacayos del imperio.
De seguro, esta izquierda glamorousa no dudará en pedir apoyo para los “desvalidos insurgentes sirios” que armados hasta los dientes, quieren con la democracia de las balas y misiles tomar el poder. No nos extrañaría que pidieran apoyo para los gobiernos pro yanqui que en la Península Arábiga están masacrando a manifestantes pacíficos con la ayuda de ejércitos extranjeros. Pero la guardada rabia contra Gaddafi lo justifica todo, hasta la muerte y  la desintegración de un país. ¿Acaso los gobernantes occidentales y árabes que ahora bombardean Tripoli no se fotografiaban con el libio, muy sonrientes? ¿Cuánta gente de izquierda no hizo lo primero y hoy juzgan al líder libio?
Si dependiera de los libios, del derecho a la autodeterminación, no hubiera conflicto armado en el país. Así lo gritan las cientos de tribus que exigen el cese de los bombardeos y la paz. Si los africanos pudieran resolver el conflicto, lo harían sin el derramamiento de sangre y destrucción de la infraestructura libia que hace la OTAN. Esto bien lo saben los asesinos voraces de la OTAN. Lamentablemente, aún hay voces de izquierda que hablan el lenguaje de la derecha.
@BolivarReinaldo

¿Por qué defender la Carta de la Naciones Unidas?

  ¿Por qué defender la Carta de la Naciones Unidas? La Carta de las Naciones Unidas es, junto a los tratados, jurisprudencia y costumbre int...