Una nueva Asamblea General de las Naciones Unidas comienza en
Nueva York. No importa cuántas vayan. El formato no varía, unos veinte o
treinta presidentes irán personalmente a pararse frente a la pared verde del presídium.
De no estar los jefes, en una segunda fase hablarán sus cancilleres o sus embajadores.
Unos con más público que otros, de acuerdo al país potencia o de moda.
No importa el tema de la sesión. Cada quien hará una memoria
y cuenta de su gobierno. Se sumara a los buenos deseos, tipo “mises” por la paz
del mundo, el cambio climático, el terrorismo. En cada capital la prensa titulará
lo bien que estuvo su representante. El de EEUU leerá la cartilla y proferirá
sus amenazas contra “el eje del mal”.
En los pasillos las delegaciones se perseguirán mutuamente en
busca de algún apoyo para quedar en alguna comisión. Es el espacio temporal
donde se hablan generalidades, no se decide sobre nada y se resuelve
eufemísticamente sobre todo. Una ONU que está quedando para hacer efemérides
“el día internacional de...”, “el quinquenio”, “el decenio”.
Ya paso a ningún plano aquello de la reforma de la ONU. Hasta
el antagónico Club de los 5 del Consejo de Seguridad, se ha aburrido de vetos y
no vetos a las malcriadeces de EEUU, que parece abiertamente estarles ganando
la principal partida: El fin del Multilateralismo.
EEUU, con Trump, ha sacado de la agenda multilateral los
temas políticos. Sus prácticas van de lo unilateral a lo bilateral. Si desea
bombardear a Siria lo conversa con Londres, ni siquiera con la OTAN, cuyos
miembros en conjunto, lucen cansados de ser los escuderos de EEUU.
Si Trump quiere implementar una estrategia con Corea del
Norte, se reúne directamente con Kim Jong, sin pararle mucho a hoja de ruta
alguna. Si quiere presionar a Venezuela no lo hará más a través de la OEA, ni
con el malogrado grupo de Lima, enviará a su vicepresidente país a país,
buscando el aliado perfecto.
Solo los militarmente grandes cuentan, aunque se atreve a
sancionar comercialmente a China y Rusia, e irrita a Alemania. La nueva
doctrina gringa está en ejecución frente a la vista del mundo. Mientras, sigue
una “asamblea” de repetitivos discursos en lo que cada vez se parece más a la
extrema unción del multilateralismo.