Corea del Norte está dando una cátedra de diplomacia y política de la cual hay que tomar apuntes para el debate y para la acción. Uno de los países más atacados por occidente, bloqueados y a veces cuestionados hasta por sus propios aliados naturales ha sido Corea Norte, la socialista, la comunista. La que no salía de la lista gringa de eje del mal.
Corea del Norte fue convertida en un misterio para el resto del mundo. Cuando alguien quería hacer un mal chiste sobre un gobernante, acudía rápidamente al presidente de ese país peninsular de Asia, bien sea a King Yong Um (fallecido) o King Yong Nam (presidente actual). Las malas chanzas versaban sobre la supuesta locura o irracionalidad de esos gobernantes. Esto porque los medios de comunicación sembraron en occidente la idea de que Corea del Norte era una sociedad aislada, atrasada, desfasada que lo único que ha construido son misiles nucleares para bombardear a sus enemigos.
Allí comienza la gran ignorancia mundial. Por simple lógica, para fabricar misiles y ponerlos a volar se requiere científicos, técnicos, expertos en aeronáuticas, una industria metalúrgica, de energía. Ósea, estamos hablando de un país que mientras lo embasuraban ha transitado caminos de desarrollo. Aislado de occidente, para bien de su conciencia política, ha educado a su población y le ha suministrado los elementos para cubrir todas sus necesidades básicas y expandidas.
Corea del Norte ante la amenaza de guerra de Occidente, para castigarla por su extraordinario desarrollo, no cayó en la provocación de los micrófonos. Obró como un país que sabe tiene potencial y capacidades para hacer frente a las potencias que gustan dominar a los pequeños. Mientras, preparaba un equipo disciplinado, estudioso y hábil que ha mantenido varios años haciendo una diplomacia operativa, de bajo perfil pero de alto dinamismo, daba mensajes concretos con demostraciones de su altísima tecnología y unidad cívico militar.
Cada desfile de precisión militar y de consignas patrióticas era y es un mensaje al mundo, al enemigo de que el suelo patrio es intocable por los injerencistas; cada misil de prueba lanzado periódicamente es una advertencia certera a las potencias militares e imperiales de que a Corea del Norte debe respetarse, sencillamente porque está preparada para defenderse en cualquier terreno hasta sus últimas consecuencias. Corea del Norte es un ejemplo de que se puede desarrollar a un país en medio de los ataques de occidente y de que en tanto no se descuida ninguna de las armas del enemigo, empezando por la diplomacia.
Miedo tienen los que condenan per se sus pruebas nucleares o su política nacionalista. Estudiemos con humildad Corea del Norte, ejemplo de diplomacia operativa y dignidad.