La vivienda prehispánica en el Caribe

 


Un aspecto atractivo del período pre hispano es la arquitectura. En el caso de las grandes culturas como las centroafricanas y suramericanas estas han sido ampliamente estudiadas por las ciencias sociales, como la antropología y la arqueología. Aún hoy, se exploran con ahínco, por la magnitud de las grandes ciudades que legaron tan avanzadas civilizaciones.

No ha sido así para la arquitectura prehispánica de las naciones arahuas y caribe que poblaban las costas del Abya Yala, de lo que hoy va de Venezuela hasta Guatemala, incluyendo las islas mayores y menores del Mar Caribe. Los estudios como el de Juan Bosh, El Caribe frontera imperial, se centran más en los pormenores de la colonización y conquista, así como en las luchas de resistencia y rebelión de los Caribes, especialmente en la Santo Domingo, Cuba, Puerto Rico, Colombia  y Venezuela.

De los caribes se ha puesto especial atención en sus habilidades como navegantes, lo cual queda demostrado por los constantes desplazamientos que hacían por todo el mar interno. Por ejemplo, la ruta tradicional del Este de Venezuela hacia el rosario de islas que cercana como Trinidad Tobago, hasta Barbados.

Los primeros datos sobre el paisaje humano de los Caribes los proporciona el propio Cristóbal Colón en sus Diarios de Viajes.

Sus casas eran de adentro muy barridas y limpias, y sus camas y paramentos de cosas que son como redes de algodón; ellas, las casas son todas a manera de alfaneques y muy altas y buenas chimeneas, mas no vide entre muchas poblaciones que yo vide que ninguna pasase de doce hasta quince casas (p.39)

Las redes de algodón eran las hamacas y chinchorros, espectacular cama área que protegía de la humedad del suelo de tierra y del peligro de algún animal rastrero o salvaje. Luego Colón tendría noticias de inmensos poblados que podían superar las 500 viviendas.

Las viviendas tenían forma de tienda de campaña (alfaneques), de gran altura; lo que significa que su construcción consideraba el calor y la humedad. Dentro de ellas, sus habitantes colgaban hamacas o  chinchorros para dormir, por lo que tenían buenas columnas de madera. Colón cita la presencia de chimeneas, que también puede ser elementos de ventilación, dado que por lo general las comunidades indígenas cocinaban al aire libre, pero en tiempo de lluvia, dentro del amplio bohío, cuya altura y salida de aire permitía la salida del humo de manera natural.

Bosch (2009) alude que los arahuacos y los caribes tenían viviendas muy parecidas. Habitaban  grandes bohíos o caneyes familiares (más adelante veremos la diferencia de estas dos edificaciones). Bosch apunta, que para los indígenas familia significa padre, madre, hijos, abuelos, bis abuelos, primos, sobrinos, algo más que la conocida familia extendida, por consiguiente necesitaban grandes viviendas colectivas.

Continúa Colón su descripción, llena de asombro: “El señor los llevó al lugar a una casa redonda que parecía un templo, donde los sentó en banquillos muy labrados de palma negra".

A lo largo de diario de Colón y de otros cronistas aparecen referencias a muebles, decorados, máscaras, pinturas que denotan que si bien las viviendas podían ser desmontadas rápidamente, había una cierta pertenencia al poblado. El descubrimiento de jeroglíficos, en una guía sobre la cercanía de estos pueblos; así mismo, en ocasiones, se han conseguido construcciones de acueductos con cierta complejidad, como por ejemplo, en los Caquetíos en el Estado Falcón, quienes llevaban agua dulce por acueductos desde la Sierra a la zona que hoy ocupa la ciudad de Coro. Los Caquetíos califican dentro de las denominadas culturas hídricas, comparables las que poblaron las riberas del Nilo en Sudán y Egipto. Su características principal fue la de hacer sus moradas respetando el bosque y las riberas, y canalizando el agua de los ríos para aprovechar sus ciclos de crecida.

Soraluce-Blond (2003) en su ensayo “El Bohío cubano: Arquitectura de Cubierta vegetal en el Caribe”, cita las visiones de varios cronistas españoles, no solo en Cuba, sino en otras zonas caribeñas. De él tomamos varias descripciones. Los cronistas refieren que la casa del cacique o jefe vivía en una casa redonda que estaba dividida en dos piezas. Una demostración de jerarquía, en la cual se mostraba que el jefe no vivía en el bohío o caney familiar, sino que lo hacía en una casa grande de dos piezas, una de ellas para recibir a la visita, atender a sus principales, y una más privada. En hechos narrados sobre los caciques venezolanos, es común la narrativa de la casa o choza del jefe. En ocasiones estas viviendas hechas de paja y madera fueron quemadas por los enemigos, como fue el caso del Cacique Guaicaipuro.

Las viviendas en varias oportunidades formaban pueblos cuyo eje era una plaza que tenía un gran árbol en el centro. “Las casas eran altas y redondas, hechas de madera con techos de palmas y otras diferentes hojas que llegaban al suelo, maravillosamente fabricadas”, señala De las Casas. Colón refiere que sus hombres llegaron a ver pueblos de hasta 500 casas y miles de indígenas viviendo en ellas. Normalmente, los españoles desplazaban esas poblaciones por la fuerzas, y allí construían sus poblados.  De las Casas, ratifica lo que vio Colón y varios de los conquistadores:

 Las casas son de madera y paja muy luengas y delgadas, hechas del modo de una campana, por lo alto angostas y a lo bajo anchas y para mucha gente bien capaces, dejan en lo alto un respiradero por donde salga el humo y encima unos caballetes o coronas muy bien labrados y proporcionados (p.264)

Los pocos investigadores de esta arquitectura, distinguen dos tipos de moradas, que todavía pueden verse en poblaciones indígenas caribanas. La casa de forma redonda cónica y la casa oblonga. En la etnia Pemón, en Venezuela: se distinguen tres tipos: oblongas o elípticas, cuadradas y redondas. A pesar del predominio colectivo, de vivienda familiar, algunas de ellas eran cercadas, con una verja natural de ramas, hilos de algodón o bejuco de no más de un metro de altura.

Soraluce-Blond (2003), señala uno de los motivos principales para el establecimiento de los poblados indígenas:

Los indios Taínos vivían agrupados en pequeños pueblos a los que llamaban yucayeques, esparcidos por las islas, aunque casi siempre situados junto a los ríos y a las costas del mar. Así podían obtener fácilmente el agua, bañarse, pescar y cazar animales. El estar cerca de las aguas les permitía trasladarse de un lugar a otro en pequeñas embarcaciones o canoas. Las casas de los yucayaques formaban agrupaciones urbanas llamadas bateys, a modo de plazas rodeadas de cabañas. Las construcciones eran de dos tipos diferentes, los bohíos y los caneys. Ambas se fabricaban con cañas o ramas muy unidas y amarradas con bejucos. Las techaban con guano, la hoja de la palma y los suelos eran de tierra apisonada (p.1)

Estas construcciones eran bien cuidadas. Como puede verse usando materiales naturales como árboles y tierra (bahareque). Algunas a cuatro aguas, otras a tres y de dos. El techo era de hojas de palma, palma brava y en ciertos casos de cactus. En el caso de las viviendas familiares no existían divisiones internas, muy acorde con la libertad en el vestir “escaso”, o más bien lo necesario, y acorde al clima de los originarios.

Paseándonos por esas realidades, se deduce que los caribes, además de buenos navegantes, eran buenos arquitectos. Bien es sabido, lo complicado que es la construcción circular, la cual los caribe dominaban perfectamente en la edificación de los bohíos.

Los españoles expresaban la gran habilitada que poseían, siendo capaces de construir un pueblo en dos o tres días con aquellas maravillas de viviendas, en las que no pocas veces habitaron los colonizadores. Además de que sus primeros pueblos, fueron de aquellos materiales, si bien los capitanes se referían despectivamente a ellos como “rancheríos”.  La técnica para de construcción, el material cercano y abundante, posibilitaba los desplazamientos periódicos que hacían tribus enteras bien sea por clima, falta de alimentos, catástrofes naturales, o luego de la llegada de los europeos, por la guerra. En cuanto a que diferenciaba el bohío (figura 1) y el caney (figura 2), apunta Soraluce-Blond (2003)

Se encuentran en la forma y en el tamaño. Los bohíos eran rectangulares y los caneys circulares, más amplios mejor construidos y poseían al frente un porche. El Caney era la casa de los jefes o Caciques según algunos autores, aunque Colón encontró grandes caneys de uso colectivo, su forma troncocónica se remataba en la cumbrera con una estructura de madera por donde salía el humo. A la salida de los poblados también construían casas elevadas sobre horcones y aisladas del suelo a las que llamaban barbacoas, construcciones adaptadas a zonas pantanosas o para los bordes de los ríos (p.2).

En la anterior cita, encontramos una referencia a los llamados “palafitos” que aún hay en el Lago de Maracaibo y que tan gran impresión causaron a los europeos. La técnica del palafito, requería del conocimiento del tipo de madera que pudiera perdurar sobre el agua y contener la humedad.

Las viviendas de los caribes, cumplían su principal función de abrigo a la familia y de fundamento social en la formación del pueblo. Los conquistadores, en sus diarios, incluyendo a Colón, se refieren a la belleza de esas casas, muy pulcras. Hasta hacen alusión a esculturas y máscaras que adornaban aquellas casas.

Importante tema este sobre las edificaciones prehispánicas Caribe. El material con el cual fueron construidas, en perfecta armonía con la naturaleza, lo que hoy se calificaría como “biodegradable”, haría que además de las quemas a las que fueron muchas veces sometidas en las guerras de rebelión, con el tiempo se fundieran nuevamente en la naturaleza. Su testimonio es aún, la herencia de pueblos caribes que aún viven en varios espacios de Venezuela, Brasil, Colombia y Centro América. “Son seguras, limpias y sanas, es un placer verlas y habitarlas”. (Colón el 17 de octubre de 1492).




 

Bibliografía

-Bosch, J. (2009). El Caribe Fronteral Imperial. Fundación Juan Boch. México. Recuperado de http://biblioteca.diputados.gob.mx/janium/bv/ce/scpd/LX/cris_colon.pdf.

Colón, C  (SF). Los Diarios de Colón.  Recuperado de https://juancarloslemusstave.files.wordpress.com/2014/07/diarios-de-colc3b3n.pdf

De Las Casas, B (1561). Historia de Las Indias. Libro I. H

Soraluce-Blond, J, (2003). El bohío cubano: Arquitecturas de Cubierta Vegetal en el Caribe. Cuaderno de Etnografía Canaria. II Época – nº 14 abril 2003- pp. 144- 147) Universidad de A Coruña

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Simón Bolívar y México: El primer viaje, la primera carta, el primer amor

Proceso y carácter de la conquista y la colonización en el Caribe

La Verdad sobre la muerte de Gaddafi y la Gran Jamahiriya Libia