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jueves, 19 de diciembre de 2019

Memorias Navideñas Suramericanas




El año suramericano, que comenzó con la terrible asunción del neofascista Bolsonaro a la presidencia de Brasil, cierra con altos y bajos.

El pueblo de Perón, se reunificó y sacó al neoliberalismo que logró colarse en 2015, aprovechando las diferencias del peronismo. Cristina Fernández, la mejor oradora de la década, alcanza el gran objetivo de la unidad. El triunfo de las fuerzas progresista en la segunda potencia de la subregión da un nuevo aire a Nuestra América, que cuenta con otro gigante en la vanguardia, el México de López Obrador, que fue la gran noticia del cierre del 2018.

Al lado, el Frente Amplio de Uruguay perdió el poder político que tanto le había costado conquistar y que ejerció a partir de 2004. Un frente que en 1994 se ofertó como de izquierda, se desdibujó merced a un liderazgo que devino en socialdemócrata. Queda esperar que en los próximos cinco años el frente aprenda la lección, que le va a costar mucho dolor a Uruguay.

Otra vecina, la Bolivia de Evo, el país, libra por libra, más próspero de América, parecía continuar su senda de progreso y de demostración de que la izquierda gobierna mejor que la derecha, cuando sufrió una emboscada salvaje que tenía unos diez años planificándose. La derecha compró voluntades en especial de una policía y de un ejército sin doctrina patria, y una OEA que sigue siendo el operador multilateral de EEUU. Por ahora, Bolivia está en suspenso, en espera de que pronto vuelva a ondear la Whipala.

También fronterizo, Chile, vendido como el oasis capitalista de América, se ha convertido en escenario de las luchas populares mejor organizadas del continente. El indeseable Piñera, socio de Bachelet y seguidor de Pinochet, se mantiene en la presidencia solo por la anuencia de sus amos del Norte.

Ecuador fue sacudido por el movimiento indígena que abatido a sangre y fuego debió negociar con un Moreno cuya impopularidad compite con la de Piñera. Y ahora con Duque, acorralado por un pueblo dispuesto a cambiar la historia de ese país bolivariano.

La Venezuela Boliviariana no sucumbe ni antes invasiones disimuladas en ayudas humanitarias, ni ataques cibernéticos, ni golpes de estados, ni bloqueos comerciales y sigue erguida como faro de luz, celebrando temidos foros como el vanguardista de Sao Paulo, que tanto preocupa a la derecha corporativa.

Ni para Bolivia, Chile, Colombia ni Ecuador, donde la violación de los principios democráticos y derechos humanos es pública y notoria, no hay OEA ni carta democrática. Pero hay pueblo, y ese tiene siempre la razón.

domingo, 27 de octubre de 2019

De Ecuador a Chile


LA CONAEI dejó de negociar con el gobierno de Moreno. Luego de la mesa de diálogo que medió la jerarquía católica y  la ONU, las protestas cesaron y la población celebró la derrota del FMI. Junto a los aplausos llovieron dudas y críticas.

En contexto, la protesta, motorizada por el movimiento indígena tenía elementos en contra: la arremetida mortal de la fuerza armada, y la necesidad de abastecimiento para los miles de indígenas que se trasladaron desde el Altiplano Andino y de la Amazonas a Quito y Guayaquil. Bien se sabe que estas movilizaciones donde van mujeres, personas mayores y hasta infantes requieren medicinas y alimentos. Las universidades auxiliaron pero  las fuerzas militares y policiales las atacaron sin piedad. Ahora bien, el Movimiento Indígena logra derogar el Decreto 883, y deja claro que puede levantar una protesta multitudinaria y nacional, por tanto puede reactivarla si lo cree conveniente. En estos momentos, la CONAEI, en una estrategia de expansión de la lucha ha convocado en Quito a un Parlamento Popular que incluye a trabajadores, estudiantes y mujeres. Ya el Presidente Moreno está deslegitimado, pero más que su salida, se deduce que la organización popular busca un cambio total del modelo económico y político. 

En Chile, el paraíso ficticio de Piñera y Bachelet, grandes amigos que se han alternado un gobierno neoliberal al servicio de la derecha, un malestar que no estaba oculto, dado que es bien conocido que la educación chilena es privada, costosa y de baja calidad; que hay una violación constante a los derechos humanos y usurpación en las tierras mapuches; bajo poder adquisitivo, alto costos del agua, transporte, entre otros. La protesta chilena comienza manera espontánea y desborda a los carabineros. Piñera, al igual que Moreno, suspende garantías y decreta toque de queda. Cree que puede detener la protesta a lo Pinochet, o como lo hizo Carlos Andrés Pérez en 1989, cuando asesino a unas 5000 personas, aplacando la insurrección popular, hasta que los movimientos se organizan y arriban al poder 10 años después por la vía electoral. Pero los chilenos, al parecer no esperaran tanto, la espontaneidad ha cobrado en pocos días organicidad y ya suenan duro las consignas de cambio total.

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