lunes, 23 de mayo de 2016

Cómo evitar un golpe de estado (1)


Cómo evitar un golpe de estado (1)
Lo primero es saber que la derecha es experta en negar la evidencia, confiada en que el trabajo de disociación a sus seguidores los hace inmune a la verdad y los convence de que nada es bueno “no importa que sea bueno”.
Como antídoto es imprescindible una campaña comunicacional que consideré ese elemento sicológico, que además sin abandonar los patrones convencionales de la información y divulgación (estar seguro que el mensaje llega y es respondido) considere la sencillez, creatividad y brevedad.
Lo segundo, es evitar que la ciudadanía acepte como normal que un gobierno pueda ser cambiado por un “golpe de estado”, sea cual sea este (violento, institucional, por intervención extranjera). La derecha no habla de golpe de estado, pero realiza acciones contundentes para sembrar en el consiente e inconsciente colectivo que un cambio de gobierno puede hacerse por cualquier vía. Para ello, relaciona malestar con gobierno y bienestar con cambio de gobierno. El mensaje se dirige a dos capas de la población: los adultos mayores provenientes de tendencias políticas del pasado que nos importa el bienestar sino volver a usufructuar los recursos del país; y a la población joven, pues piensan que no han comparado el antes y después de la Revolución Bolivariana.
Como antídoto: una continua campaña de concienciación, de divulgación comparativa del antes y después. Acercamiento constante al sector juvenil con trabajo presencial, con atención directa, con círculos de estudio, con incorporación creativa de la historia a través de las artes, la literatura, el cine, el deporte. Un trabajo en las universidades más protagónico, que muestre el peligro real en el cual están los logros universitarios tantos materiales, pero sobre todo la inclusión.
Lo tercero, defender sin ambages el período de gobierno del Presidente Constitucional de la República, electo por la mayoría de la ciudadanía, por lo que toda alusión en contrario, toda descalificación de talante democrático es una ofensa e injerencia al derecho del pueblo al darse su propio gobierno democrático.
Son tareas para los partidos políticos de la Revolución. Hacerla y aprender cómo, en la acción.

domingo, 15 de mayo de 2016

Brasil: ¿Lección o acción?


Lo que más me aterra del golpe parlamentario en Brasil es que  Estaba “cantado”. 

Desde el mismo momento que Dilma Rouseff triunfo en la segunda vuelta electoral de 2014, cuando la derecha pensaba que ganaría, se activaron todos los mecanismos para destituir a la Presidenta, a través de un “golpe no convencional”.

En plena Copa de Fútbol 2014, un logro para Brasil de Dilma Rouseff, las capas acomodadas del país fueron usadas para crear la salsa mediática del descontento.

Hasta del regreso de las glorias deportivas se ocupó Dilma. En Julio de 2016, sin ella, pero gracias a ella, por primera vez en Sur América, se realizan unas Olimpiadas.

Bien sabían los estrategas del derrocamiento que no podían repetir la fórmula contra Joa Goulart en 1964 que sumió a Brasil en 20 años de cruenta dictadura militar.

Los 13 años en el poder, por la vía electoral de Lula Da Silva y Dilma, llenaron a la sociedad brasileña de logros materiales, desarrollo económico y tecnológico y una posición internacional jamás imaginada por un país cuya población centraba su proyección en el vibrante carnaval y en su alicaída selección nacional de fútbol. Por tanto, un golpe militar estaba descartado.  Aprovechar un Congreso con mayoría de derecha y la eventual traición de los partidos de la alianza sería la jugada maestra.

Desde octubre de 2015, cuando el delincuente que presidía la Cámara de Diputado comienza el “impeachment”, todo estaba montado. Las cuentas debidamente sacadas; la traición del Vicepresidente Temer y su partido contabilizada. Y el aparato comunicacional arremetiendo con toda su intensidad en papel, pantallas y redes sociales, fracturando la baja capacidad que tienen las fuerzas progresistas en esta área.

Golpe consumado. Decenas de declaraciones antes durante y después. La inocencia política de convertir en “casi normal” una acción contra la voluntad de la mayoría, cuya lección ya se conoce por lo sucedido en Paraguay y Honduras, donde todos terminaron aceptando la ilegalidad, legitimada por elecciones de origen fraudulento.

“Guerra anunciada no mata soldado”.  Es un deber revolucionario abortar todo intento golpe de estado, jamás dejarlos tomar cuerpo.  Es una necesidad de sobrevivencia de los logros y las esperanzas explicar con el nivel de alarma que esto amerita, al pueblo en qué consisten estos golpes leguleyos, quien está detrás y por qué. Hablar claro de las carencias que vendrán a los más pobres cuando se instale el neoliberalismo.

En Brasil, en un ejercicio de burla al voto popular que vio en el Partido de los Trabajadores, la manera de favorecer a las masas populares y de integrarse a las corrientes progresistas de Nuestra América, el gobierno de facto ha designado Canciller precisamente al ex candidato presidencial que se enfrentó a Lula y a Dilma, un individuo que representa lo más rancio del neoliberalismo y del odio a los valores históricos. Brasil en 2002, 2006, 2010 y 2014 votó por la paz, el bienestar, la inclusión, la unión de los pueblos. No por lo que hoy le impone a trocha y mocha, no por el regreso al pasado.


Pero, los golpes difícilmente se revierten desde afuera, es la acción nacional la que los acaba. Compatriotas he aquí la fórmula:  “Solo el pueblo, salva al pueblo”


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