Mercenarios en Venezuela
La figura del mercenario es de vieja data. La
contratación de individuos para la guerra ha sido común. En épocas remotas era
para complementar a ejércitos pequeños de naciones que se veían agredidas por
otras más grandes.
Con el tiempo, en el presente siglo ejércitos
enteros han sido reemplazados por compañías dedicadas al entrenamiento de
mercenarios, como si de una empresa de vigilantes privados se tratará, pero que
operan para el mejor pagador. El mercado de esos batallones privados movió de
2001 a 2011, más de 100 mil millones de dólares. Los primeros campos para el
trabajo fueron Afganistán e Iraq.
La grandes empresas son la Academi, firmó el primer contrato (27,7 millones de
dólares) con el Pentágono para el envío de sus tropas a Irak en 2003;
en Reino Unido la G4S que tiene más de 500 mil agentes; en Latinoamérica
(Perú) la Defion Internacional, especializada en entrenamiento militar; con sedes en varios países del mundo y
contratista del Pentágono la Aegis Defense Services; en EEUU Triple Canopy, formada por
veteranos de guerra, tipo Rambo; la DynCorp
que opera en Irak y estuvo en Haití; la Unity Resources Group presente en 15 países del mundo, incluyendo
el Golfo Pérsico.
La
guerra ya no es solo un negocio de los fabricantes de armas, sino un gran
negocio para estas empresas.
Pero
el mercenariazgo no es exclusivo de esas grandes empresas. En pequeña escala,
se contratan a individuos preparados para la manipulación de armas, preparación
de trincheras, explosivos industriales y caseros o simplemente agitadores
profesionales que muchas veces son delincuentes comunes o personas adictas a
drogas que aceptan pagas medianas para ponerse al servicio de
desestabilizadores conectados con financistas internacionales.
En Venezuela, la práctica ha entrado con fuerza desde 2014. Lideres negativos de la derecha se han convertido en operadores para la contratación de mercenarios locales, algunos entrenados dentro y fuera de país.
Bajo la cortina de marchas catalogadas
falsamente de pacíficas, con personas muchas veces de buena voluntad y con su
expresión política respetable, que ponen a hacer barras a esos mercenarios que
arremeten contra las institucio9nes y servicios públicos y hasta contra
servicios maternales e infantiles.
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