Confieso que vi las películas de Rambo, y también las de Terminator.
Me encontré con el buen cine al final de mis estudios de
secundaria. Al llegar a la Universidad descubrí la Sala Margot Benacerraf que
estaba ubicada en lo que es hoy la Universidad de las Artes y la Sala Previsora
en Sabana Grande.
Me hice fanático del buen cine.
Analizaba guiones, efectos, música, actuaciones y de pronto algo que poco
acostumbran los veedores: el mensaje subliminal. Promovimos en la UCV los antes
famosos “cine clubes” y fomentamos hasta el cansancio los “cine foros”, cuestión
que nos trajimos a la Cátedra Libre África. Si hay algo enriquecedor para el
conocimiento es analizar el cine en grupo.
Vuelvo a Rambo y Terminator. Más
lo primero que lo segundo, porque Terminator es una de esas visiones fatalistas
de los directores gringos que sueñan con el apocalipsis a mano de
extraterrestres o maquinas creadas por los propios humanos. La solución es que
vengan del espacio o del futuro a salvarnos. Por supuesto, hay un súper héroe
cuya principal tarea es matar al enemigo.
Rambo es la adaptación de una
novela a la historia de un supe soldado gringo entrenado para aniquilar a todos
los vietnamitas que pasen por su vista, que regresa con traumas a su país con
ganas de destruir al sistema que lo envió a asesinar gente que no conocía y que
ahora no le da su merecido reconocimiento de héroe.
La saga de cuatro partes muestra
las diversas armas fabricadas en EEUU, principal productor de armamentos de
alta potencia y de destrucción masiva. Es una vitrina para los compradores de
armas en los países en conflicto. El lema gringo es “Le ayudamos a tener su
propio conflicto, le vendemos las armas
a créditos”.
Rambo es un asesino construido
por el odio de un imperio a la humanidad. La trama lo envuelve en heroicidad, por lo que el espectador viendo su debate
mental entre las torturas que supuestamente le hacían los vietnamitas y sus desagradecidos
compatriotas que fueron capaces de protestar contra esa “guerra justa”.
Así que el vidente, indefenso de la verdad histórica,
termina adorando a Rambo y alegrándose de que mate a esos malvados que no lo
entienden, sean o no sus connacionales.
Imagínate al criminal Rambo con un helicóptero armado sobrevolando tu ciudad.
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