lunes, 23 de diciembre de 2013

Venezuela Junta




La participación electoral en las democracias occidentales tiene sus bemoles, de acuerdo a la circunstancias o elección al que se acuda.
Dos elementos son perfectamente medibles y muy apetecibles para el debate político, cuales son la abstención y la polarizaciòn.
La abstención occidental pocas veces responde a una estrategia partidista. Sencillamente, la gente no participa por motivos múltiples como el desinterés, mal funcionamiento de la maquinaria, falta de temas atractivos, campañas poco creativas, escasez de centros electorales.
Salvo en el referendo neoliberal de Colombia en 1999, cuando un grupo llamó a abstención activa, esta no ha representado una opción. En aquella oportunidad, se votaron 19 preguntas, y para aprobarlo cada una debía tener 75% de participación. Un grupo pidiò a no votar y la abstención activa derrotó al neoliberalismo en Colombia.
El segundo elemento, se ha hecho casi una condición en los países occidentales: la confrontación electoral entre dos opciones. Bien sea de izquierda o derecha, como viene sucediendo en la nueva ola de revoluciones de América del Sur y Nicaragua. O bien, entre tendencias de una misma ideología, como es común en la derecha, tal como los casos de EEUU, España, Colombia y un buen numero de países de occidentales.
La democracia se va perfeccionando en estas luchas eleccionarias y sus resultados no reflejan mitades de divisiones, sino que un país decide dirimir sus diferencias políticas por medio del mecanismo electoral, que siempre ofrecerá una nueva oportunidad al perdedor y al propio ganador.

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