Lo mejor que ha podido pasarle a la II Cumbre de
países del Abya Yala (CELAC), fue la expresión de despecho y desesperación de
Estados Unidos, en boca, como siempre de un “x” vocero.
"Estamos decepcionados
que la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), en su
declaración final, traicionó la dedicación declarada de la región a los
principios democráticos al respaldar el sistema unipartidista en Cuba".
Allí se muestra la visión de
un imperio en declive, que por un siglo (desde que empezó la 1ª gran
Guerra Europea de 1914) se acostumbró a
imponer su particular noción de democracia: con garrote, con cañones, con
elecciones de segundo grado o presidentes designados por un corte estatal; una
democracia que invade países, bombardea; persigue a sus minorías; niega el
derecho a la salud a la vivienda y bloquea a los países ideológicamente
distintos como Cuba, Zimbabue, por ejemplo.
"Hallamos especialmente
descorazonador e inconsistente que la CELAC decidió aceptar sin cuestionar las acciones
represivas del país anfitrión para impedir a sus ciudadanos de expresar
pacíficamente sus aspiraciones democráticas",
Un país con la ley de
contenido más férrea del mundo; que prohíbe programas; que espía a nacionales y
extranjero por todos sus medios.
De seguro, pensarán lo mismo
cada mes de octubre cuando 190 países contra 3, condenan el bloqueo cubano.
Nuestra América se reencuentra con su esencia
libertaria, plural, integracionista, con la grandeza soñada por Bolívar, Martí,
y en estas hora por Chávez y Fidel.
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