El escenario montado por la
CIA en Chile para derrocar a Salvador
Allende a fin de evitar que el primer presidente socialista electo en América
pudiera ser un paradigma a imitar por los países vecinos, es de todos
conocidos. El propio Estados Unidos ha desclasificado los documentos anteriores
al golpe. La Operación Chile realizada de 1970 a 1973, fue ejecutada con
ordenes del propio Presidente Nixon.
El asesinato y asedio de los
dirigentes socialistas en posiciones de poder,
es común en la historia de los países del Sur. La lista en África,
América y Asia es larga.
La experiencia en Chile y
Nicaragua, demuestra que la esencia para un golpe de estado de derecha de
connotaciones ideológicas tiene dos ingredientes: Re potenciar el
fanatismo del sector opositor radicalizado,
satanizando al sector de izquierda. Para ello posicionan la imagen de
socialismo o al comunismo como adverso a la democracia, así haya llegado al
poder por elecciones.
El segundo ingrediente es
anular al sub sector menos duro de apoyo al gobierno de izquierda bien para que
no acuda a jornadas electorales, defensa del gobierno o bien para que se
resigne a la salida por la fuerza. En el caso Nicaragua, dado la resistencia
exitosa del sandinismo contra la violencia política, la derecha, jugó al escenario
electoral, sin abandonar la desestabilización, como única salida no para sacar
al Sandinismo, sino para, en su discurso “convivir en paz”.
En Chile, la CIA estaba
clara que la única manera de acabar con Allende y su legado era una andada
militar sin precedentes, que aniquilara a sus más radicales seguidores e
instaurará una dictadura totalitaria que eliminará toda disidencia.
En Nicaragua, EEUU, sabía
que el estamento militar había pasado también por un proceso revolucionario y
no se prestaría para ir contra sus propios connacionales. Por ello opta por la
compra de voluntades provenientes del sandinismo y sus aliados, como la propia candidata
y luego presidenta Violeta Chamorro, viuda del anti somocista Joaquín Chamorro.
Aquella en un primer momento apoyo la revolución y luego se convirtió en
encarnizada enemiga, por lo cual la pusieron como líder de la Unión Nacional
Opositora (UNO).
El poco tiempo de Allende en
el poder le impidió conformar una unión
cívico militar. Por otra parte, el aparato comunicacional internacional de
derecha creó un cerco contra su gobierno. En el caso del sandinismo, una de
debilidades aprovechada por la derecha para neutralizar a la militancia fue el
factor económico. EL gobierno, muy ocupado en defender la Revolución ante la
Contra Armada por EEUU, no tuvo tiempo para dedicarse a reactivar el aparato
productivo, los subsidios, la política monetaria y combatir los viejos vicios
de la burocracia y la corrupción.
En ambos casos, sendos
legados marcaran el rumbo y el regreso. Los chilenos durante 15 años no cesan
las protestas contra la dictadura, y no caen en el juego perverso de los
indicadores macroe conómicos. En 1988, por la vía pacífica electoral sacan al dictador
y paulatinamente le van quitando todo poder militar.
En Nicaragua, tras 16 años
de gobiernos de derecha, que aniquilaron todas las conquistas en salud,
agricultura y educación, el sandinismo vuelve por la vía electoral. Él proceso
de asunción caída y regreso del Sandinismo al poder es un caso oportuno de
profundizar en sus errores y aciertos.
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