Misión
Pabellón Criollo 2
Yo
me pregunto ¿Por qué hemos olvidado la arepa de maíz pilado, para
preferir una harina refinada que produce diabetes y enriquece a una
sola familia? ¿Por qué hacemos cola para consumir el veneno de la
azúcar blanca, siendo tan fácil y sano endulzar con papelón?
Yo
recuerdo, los patios de las casas del interior del país, de zona
rural de la Gran Caracas siempre con animales de granja, gallinas
criollas ponedoras, cochinos para el engorde, árboles frutales y un
corte de granos (maíz, caraota, quinchoncho, frijol) de la época.
Hasta que las bodegas se llenaron de los productos refinados y las
proteínas de enlatadas o de producción industrial.
Y
junto con la harina de maíz llegó la cerveza y la incitación al
consumo. El campesino se fue a trabajarle a los grandes hacendados y
dejo su conuco, y abandono su patio productivo. Lo obligaron a cobrar
un salario para medio comprar en la bodega, en el abasto.
Llegó
la Revolución y ha dignificado el trabajo, el salario, llevo Mercal
y PDVAL y está bien. Pero allí también venden los mismos productos
industriales y harinas y procesados y venenos enlatados.
La
Revolución aún no ha rescatado la conciencia local, la del
desarrollo familiar, vecinal que parte del patio, del conuco, del
artesano, de la fábrica de ropa casera, de zapatos a mano.
Cuando
nos comamos un pabellón criollo, enteramente venezolano, con
ingredientes del conuco o del patio a la cocina, estaremos
presenciando uno de los pasos más trascendentales de nuestra
Revolución
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