La vieja derecha venezolana, hija de la extrema derecha internacional ha hecho todo lo posible la Asamblea Nacional para enrarecer el clima político nacional.
La jerarquía eclesiástica nacional, que de seguro es familia de la iglesia franquista, nunca de grandes hombres como Monseñor Romero, ha dado la más bochornosa demostración de desprecio a la inteligencia venezolana. Lo hizo el día de la Divina Pastora, cuando un Obispo llenó de odio el altar para hacer su catarsis contra el pueblo, para llamar a la división entre hermanos.
El empuje popular ha quebrado los infames deseos de la mayoría anónima de la AN. Los hizo aceptar que estaban en desacato. Como lo estaba ese obispo, que en lugar de llamar a la paz, la reconciliación y el trabajo, llamó a calentar las ollas. Esperemos que el Papa Francisco le lea la cartilla a este episcopado venezolano, cada vez más cerca de EEUU, que de Dios.
El gabinete ministerial, en especial el área económica se encuentra ante un reto de dimensiones descomunales. Debe lidiar con la economía doméstica, nacional y con los torpedos internacionales que aprovecharon nuestra gran debilidad. La de vivir de la renta petrolera y olvidarnos que tenemos millones de hectáreas esperando para alimentarnos y potenciales minas para apuntar nuevos ingresos de divisas y desarrollar una industria transformadora.
Tenemos todo. En el ambiente se respira un florecer del nacionalismo que ha de ser la base fundamental de un país próspero, de bienestar como lo señala la misma Constitución Bolivariana de Venezuela.
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