¿Parados o secuestrados?



En estos tiempos de vídeos en vivo en las redes las ventanas son miles. La verdad poco puede ser editada, solo la carga de la batería de un celular o la carencias de “megas” puede detener estas epidemia de  “grabando en vivo”, y  a medias, porque al lado, o arriba alguien está en “live” o “rec”.

El 20 de julio la desesperada oposición venezolana, oxigenada por un el gobierno estadounidense, llamó a un “Paro cívico”. Querían sacarse el despecho de ver a millones de Bolivarianos haciendo cola para un simulacro constituyente hasta altas horas de la noche, mientras que ellos apenas motivaron a su gente a firmar de forma anarquica en un acto de político que trascendió solo en los países con gobiernos intervencionistas.

Por definición estas acciones -paros o huelgas- son hechas por las centrales de trabajadores, aunque en Venezuela desde 2001 las cúpulas de trabajadores y de empresarios de derecha bailan al mismo son. Esta vez ni un trabajador ni un empresario convocó. Lo hizo la misma figura que desde el 19 de abril viene organizando y dirigiendo la violencia y el terrorismo en las calles de algunos municipios del país.

“Te paras y punto”, fue la consigna. Para tal fin, en el amanecer del 20 las bandas de los partidos del terrorismo (Voluntad Popular, Primero Justicia y Vente Venezuela) procedieron a bloquear los accesos a las urbanizaciones más pudientes de Caracas, Maracay, Valencia, Lecherías, Barquisimeto, Maracaibo, Mérida y San Cristóbal. Allí donde de manera insólita reciben el apoyo de vecinos que sufren del Síndrome de Estocolmo (aman a sus secuestradores).

Quienes conocen la realidad social de Venezuela, expresada en estudios muy serios, tanto nacionales como internacionales, saben que la composición de la población de acuerdo a sus ingresos y riquezas es de 80 % a 20 %. Ese veinte vive en zonas como Lagunita, Valle Arriba,  Cumbre de Curumo, Colinas de Bello Monte, Altamira, Los Chorros, El Trigal, San Diego, Lecherías, La Isabelica, Bella Vista; Milagro Norte, entre otras.

Urbanizaciones como esas no se pararon, sino que sus avenidas y calles fueron cercadas literalmente con rejas, malla, ramas de árboles, escombros, sacos de arena, bolsas de basura, cables, mecates, alambre, rejas de alcantarillas y otros objetos. Un estado de sitio en el este, de acuerdo a las instrucciones de la CIA.

Convirtieron esas zonas en tristes desiertos porque tienen miedo a que la que suponen su gente decida si quiere acompañarlos o no en sus llamados a la violencia. Como ese liderazgo negativo no sabe lo que es la política optó por la parapolítica, por la extorsión y el chantaje. Se han valido de mercenarios, de compra o desvío de conciencia, lamentablemente de los más jóvenes.
Pronto recibirán un castigo tajante de “su gente”.



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