Ignoraron los mecanismos internacionales de solución pacífica de controversia
La directora de política exterior de la Unión Europea, Francia, Alemania, Italia, Holanda, Portugal, España, Suecia, Reino Unido, Costa Rica, Ecuador, y Uruguay han cometido un fraude contra la buena fe de los venezolanos y otros países de la región como México, Bolivia y el Caribe.
De entrada, el llamado grupo de contacto fue contaminado por países con una posición tomada contra el gobierno constitucional de Nicolás Maduro; que además atacan al país como Reino Unido (que se ha robado 1200 millones de dólares en oro de Venezuela), Francia, Alemania y Portugal que han dado respaldo al golpe de estado continuado; España que cual monarquía dio un ultimátum, y países del interventor grupo de Lima o sus afines como Costa Rica y Ecuador. Pero Rusia, país euroasiático no fue invitado, que pudo dar equilibrio al grupo de contacto. Han echado por la borda cualquier principio de solución pacífica de controversia, como los contenidos en la Carta de Naciones Unidas.
Un grupo de contacto debe tener como principal fin el hacer una propuesta de diálogo o negociación para partes en conflictos. Pero estos once países se comportaron prácticamente como si del Consejo de Seguridad de la ONU se tratara al hacer un diagnóstico que responde al relato que ha impuesto la administración de EEUU sobre el gobierno venezolano como el de la crisis humanitaria, elecciones libres y desconocimiento de las elecciones adelantadas –en acuerdo incumplido por un sector oposicionistas-- del 20 de mayo de 2018, en la que participó otro importante sector de la oposición que está siendo desconocido por el oposicionismo.
Estos once países, la mayoría europeos, sumados al bloqueo económico, pretenden dar órdenes para coordinar con un multilateral ayuda humanitaria –no solicitada, porque no hay ni conmoción por guerra ni por catástrofe natural—, a un país al cual le impiden comprar libremente medicamentos, alimentos e insumos en el exterior; le ordenan “elecciones libres” desconociendo que se han realizado comicios en los cuales la oposición ha ganado referendo, asamblea nacional, consejo legislativos, gobernaciones y alcaldías con el mismo organismo electoral validado como el mejor del mundo.
Los 11, cual voceros de Trump y del oposicionismo venezolano, se saltaron la misión esencial de un grupo de contacto, cual es hacer que las partes se sienten frente a una propuesta para alcanzar la paz, la estabilidad, la convivencia, dentro de los principios del derecho internacional.
No está demás que los 11, que de seguro tienen sus expertos en derecho internacional, recuerden que:
En los mecanismos de solución pacífica de controversias, la negociación tiene diferencias fundamentales con el dialogo. En el diálogo las partes aún tienen elementos de cercanía por lo que aún pueden sentarse a conversar, solos o con acompañamiento especializado de testigos o facilitadores de buena fe, interesados en alcanzar la solución más constructiva en beneficio de la colectividad. Puede haber acompañantes que de antemano estén con una de las partes, en este caso, para cumplir un rol de testigo, de equilibrio, no obstante son fundamentales los que no están identificados abiertamente; su características es la credibilidad y la auctoritas reconocida. En el dialogo las partes elaboran una agenda común, con la ayuda de los facilitadores.
Cuando se llega a la negociación, las partes se han alegado por posiciones que parecen irreconciliables. Situaciones que pueden devenir en conflictos armados, intervenciones foráneas por aliados de una de las partes, por lo general la opositora, interesado en un cambio de gobierno.
La negociación, deviene de la vocación pacifista de actores mundiales, dado que no siempre las partes quieren hacerlo, en la creencia de que son victoriosos y “No hay nada que negociar”. Casos recientes como el sirio, la oposición, tornada en violenta y apoyada por occidente, advertía que debía salir el presidente. No obstante, se logró sentar a parte de ella en la mesa de negociaciones. El presidente convocó elecciones que no fueron reconocidas. En Siria las negociaciones fracasaron y se profundizó una guerra del ejército nacional contra mercenarios y terroristas que ha causado miles de fallecidos y millones de migrantes y refugiados.
En el caso colombiano, ha habido rondas de negociaciones gobierno – guerrilla, las cuales tienen una beligerancia de facto. En los gobiernos de Uribe la negociación no fue posible, debido a que la guerrilla fue catalogada como terrorista, frenando toda negociación. Con Santos, y por propuestas de gobiernos amigos, como el de Venezuela y Cuba, se concretó con la FARC, pero con el nuevo gobierno se paralizaron con el ELN.
Hay dos maneras de negociar. Una, por posiciones, donde cada parte lleva puntos irreductibles, confiada en su fuerza; la otra, por objetivos, como los de alcanzar la paz, la estabilidad y respetar los principios del derecho internacional. Esta es la más conveniente.
En el diálogo, hay facilitadores o acompañantes, con papel de testigo; pueden subir a buenos oficiantes, donde crean condiciones para el encuentro y la formulación de condiciones viables; en la negociación, hay mediadores, con un papel más activo, con formulación de propuestas de solución. Por ello, la claridad de los objetivos comunes es fundamental, y para formularlos debe invertirse tiempo y buena voluntad.
El gobierno del Presidente Constitucional Nicolás Maduro, ha dado la bienvenida a la posibilidad de sentarse a negociar. La otra parte, respaldad por EEUU que usa el bloqueo económico para forzar una decisión contraria a los principios de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, de entrada fija una posición de no ir a la negociación. A propósito de esta situación, la actividad del gobierno estadounidense, lleva a plantearse que tal vez hace falta un grupo de contacto que promueva un diálogo entre EEUU y Venezuela.
Si el análisis racional se impone, la oposición sabe que negociar es un peldaño más que el diálogo que ella misma interrumpió en Dominicana por buscar atajos como la violencia y el magnicidio.
Todo grupo de contacto ha de saber que lo primero para crear un ambiente para una futura negociación es exigir a los medios internacionales que deben mostrar la verdad sobre Venezuela, todas las imágenes y sonidos, todos los actores. Un grupo de contacto debe exigir equilibrio, porque la imparcialidad es imposible, a los medios internacionales.
Un grupo de contacto debe ser claro y determinante de no acepar y rechazar amenazas de intervención internacional como la militar, o las humanitarias, ni bloqueos económicos unilaterales. Sobre la mesa deben estar los asuntos comunes, las aspiraciones comunes, los objetivos comunes. En ese sentido, los sectores de oposición, después de llegar a una posición común –el gobierno bolivariano debe insistir que todos los grupos de oposición estén allí, para no negociar por separado-- debe ponerse de acuerdo de cuál es su propuesta de país, porque sacar un presidente por la fuerza no es plan de país, es objetivo militar. Venezuela se compone de muchas dimensiones como Estado Nación y se fundamenta en la soberanía popular. La negociación debe ser asumida con el objetivo común del ser compatriotas con diferencias pero en función de la paz activa, el progreso del país, el respeto a la democracia protagónica y participativa.
En suma, son los venezolanos, su liderazgo, los que deben sentarse en la mesa de negociación con propuestas para llegar a acuerdos, el grupo de contacto tiene que facilitar esto y luego designar un grupo mediador que de acuerdo con ese mecanismo de solución de diferencias participe en la formulación de propuestas, pero jamás pretendiendo usurpar el principio de la autodeterminación de nuestro pueblo o fungir de un ficticio Consejo de Seguridad.
México y los países del Caribe se guiaron por los principios de la Carta de ONU. Lo que hicieron los once, principalmente europeos, en Montevideo está diametralmente opuesto a eso. México y Uruguay deben exigir que todo gobierno en el grupo de contacto debe asumir los enunciados aquí expuestos: El gobierno de Venezuela debe subrayar reiteradamente la exigencia a que cualquier voluntad de acompañar o mediar debe atenerse a lo establecido en la carta de la ONU y los tratados internacionales que los contemplan.
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