LA CONAEI dejó de negociar con el gobierno de Moreno. Luego de la mesa de diálogo que medió la jerarquía católica y la ONU, las protestas cesaron y la población celebró la derrota del FMI. Junto a los aplausos llovieron dudas y críticas.
En contexto, la protesta, motorizada por el movimiento indígena tenía elementos en contra: la arremetida mortal de la fuerza armada, y la necesidad de abastecimiento para los miles de indígenas que se trasladaron desde el Altiplano Andino y de la Amazonas a Quito y Guayaquil. Bien se sabe que estas movilizaciones donde van mujeres, personas mayores y hasta infantes requieren medicinas y alimentos. Las universidades auxiliaron pero las fuerzas militares y policiales las atacaron sin piedad. Ahora bien, el Movimiento Indígena logra derogar el Decreto 883, y deja claro que puede levantar una protesta multitudinaria y nacional, por tanto puede reactivarla si lo cree conveniente. En estos momentos, la CONAEI, en una estrategia de expansión de la lucha ha convocado en Quito a un Parlamento Popular que incluye a trabajadores, estudiantes y mujeres. Ya el Presidente Moreno está deslegitimado, pero más que su salida, se deduce que la organización popular busca un cambio total del modelo económico y político.
En Chile, el paraíso ficticio de Piñera y Bachelet, grandes amigos que se han alternado un gobierno neoliberal al servicio de la derecha, un malestar que no estaba oculto, dado que es bien conocido que la educación chilena es privada, costosa y de baja calidad; que hay una violación constante a los derechos humanos y usurpación en las tierras mapuches; bajo poder adquisitivo, alto costos del agua, transporte, entre otros. La protesta chilena comienza manera espontánea y desborda a los carabineros. Piñera, al igual que Moreno, suspende garantías y decreta toque de queda. Cree que puede detener la protesta a lo Pinochet, o como lo hizo Carlos Andrés Pérez en 1989, cuando asesino a unas 5000 personas, aplacando la insurrección popular, hasta que los movimientos se organizan y arriban al poder 10 años después por la vía electoral. Pero los chilenos, al parecer no esperaran tanto, la espontaneidad ha cobrado en pocos días organicidad y ya suenan duro las consignas de cambio total.
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