martes, 2 de enero de 2024

Etiopía, el país de la espiritualidad perfecta y donde un año dura 13 meses





Etiopía se rige por el calendario juliano, impuesto para el imperio romano por Julio César, 45 años antes de la aparición de Jesús de Nazareth. El calendario juliano guio el tiempo de los territorios ocupado por Roma en Europa, Asia y África, y luego fue impuesto en América por los españoles. En 1582 el calendario juliano fue sustituido por el Calendario Gregoriano, por disposición del Papa Gregorio XIII. Pero la iglesia cristiana ortodoxa de Etiopía no hizo el cambio y continuó utilizando el almanaque juliano.

Para el calendario juliano Jesucristo nació siete años y ocho meses antes de lo que decretó el papá católico Gregorio XIII. Por esta razón, cuando los países que se rigen por la fecha gregoriana estén recibiendo el 1o de enero de 2024, no sucederá lo mismo en Etiopía, que en septiembre pasado celebró el año 2017. Por tanto, el calendario etíope no es católico, ni cristiano, es de la antigua roma. El año etíope tiene 12 meses de 30 días y un mes de 4 ó 5 días (este {ultimo si es bisiesto), en este caso, la iglesia ortodoxa, para simplificar las cosas, decidió que todos los meses, salvo el 13, tuvieran 30 días, dado que los meses julianos pueden ser de 23, 28,29, 30 y 31. El año nuevo etíope se celebró el 11-12 de septiembre pasado.

En la comunidad Oromo, se ofrecen flores amarillas y pasto recién cortado en agua para agradecer a Dios. Se obsequian regalos entre las comunidades y se hacen canciones tradicionales, El día de Año Nuevo se denomina Enkutatash que significa “regalo de joyas”.

En Etiopía nació un dios

"Miren a África cuando un rey negro sea coronado, porque el día de la liberación está cerca", profetizó el líder panafricanista jamaiquino  Marcus Garvey,  considerado por los campesinos como un nuevo San Juan Bautista, invitando a los afrodescendientes a volver a la "madre África".

Sucedió que en 1930, Ras Tafari Makonnen, descendiente del rey Salomón, fue coronado emperador de Etiopía con el nombre de Haile Selassie, vistiendo los colores verde, amarillo y rojo, de la profecía y en su escudo un león divino, por lo que en Jamaica la gente del pueblo supo que se trataba del dios esperado. Así, del nombre de pila del emperador (Ras Tafari), surgió la original religión del rastafarismo, cuyos creyentes peregrinan a su tiempo a Addis Abeba.

El no menos legendario Bob Marley, fue determinante en la difusión del mensaje de los rasta, citando en sus canciones el discurso del Haile Selassie en la ONU: "Hasta que la filosofía que sostiene que una raza es superior y otra inferior sea finalmente y permanentemente desacreditada y abandonada... hasta ese día, el continente africano no conocerá la paz", En ello se inspiró Marley que cantó su simbólica canción war, en el mejor álbum musical del siglo XX "Exodus"

"El sueño de una paz duradera

Ciudadanía mundial

Regla de moralidad internacional

Permanezca como una ilusión fugaz perseguida

Pero nunca alcanzada

En todas partes habrá guerra

Guerra

En la ciudad etíope de Shashamene, 225 kilómetros al sur de Adís Abeba,  vive una importante comunidad de rastafari. En la entrada de Addis Abeba, una regia escultura de Bob Marley recibe a propios y extraños, para recordar el símbolo. Por más que el propio emperador viajó a Jamaica y  negó su inmortalidad, los rasta siguen apegándose a la profesa, que lo presenta como el León de Judá.

En Etiopia se encuentra el Arca de la Alianza

 Los judíos y los cristianos creen fervientemente en los  dos tablas con los Diez Mandamientos que fueron recogidos en los libros bíblicos Éxodo y Deuteronomio. Estas tablas eran custodiadas por el pueblo de dios durante todo su peregrinar por el desierto hasta llegar a la tierra prometida. Su búsqueda ha sido incesante, por ser la transcripción directa de un mensaje de Yahvé a su pueblo: Dos de esos mandamientos "No matarás" y "No robarás", sería suficiente para evitar las guerras genocidas y el saqueo de los países más débiles. 

Los cristianos ortodoxos de Etiopía aseguran que en  iglesia Nuestra Señora María de Sion de Aksum, ellos resguardan la preciada Arca de Alianza. Esta  reliquia llegó a Etiopía en el año 950 a.C, gracias a la reina de Saba. La tradición sostiene que ella viajó desde a Jerusalén para visitar al rey Salomón y averiguar más sobre su famosa sabiduría.

En Etiopía conviven cristianos y musulmanes

En las regiones de Etiopía se habitan numerosos musulmanes y cristianos. Por mucho tiempo,  se posicionó que estas dos religiones continuaban repudiándose como herencia cruel de las cruzadas (1095-1492). Pero en en esas tierras ancestrales cristianos y musulmanes conviven y celebran en conjunto sus fiestas, las cuales están incorporadas al calendario de feriados nacionales. En enero  se celebra la Genna o Navidad Ortodoxa. Los etíopes ayunan todo un día previo al día de Navidad.  En Febrero, la Fiesta del Sacrificio o Eid ul Adha,  una celebración musulmana que recuerda el momento en que Abraham, según el libro del Génesis, decide sacrificar a su hijo  ante dios, quien conmovido le indica que en lugar de un ser humano sacrifique un cordero. 

Es así que en Etiopía, cuna de la humanidad la paz es una búsqueda continua de todos, sin distinguir la religión que profesan.

sábado, 23 de septiembre de 2023

250 años de la Negra Matea, la Primera Maestra de Simón Bolívar, un símbolo de unidad de África y Nuestra América

 


 

Una de las mujeres más influyentes en la formación del LIbertador de América, junto a María Concepción Palacios e Hipólita Bolívar. El 08 de marzo de 2017 su memoria histórica fue elevada al Pantéon Nacional junto a su compañera la Negra Hipólita.

El 21 de septiembre de 1773, en el Hato El Totumo, extensas tierras propiedad de la familia Bolívar-Palacios, en la población de San José de Tiznados, pueblo ribereño del río Tiznados nació Matea, hija de africanos o descendientes de ellos.. El nombre de su madre y padre se desconocen, pero el de un posible abuelo si consta en la lista de bienes de la familia, se llamaba Nicolás Ponte. 

Llegó a la vida de Simón y sus hermanos a los 9 años. Por sus habilidades físicas y por su extraordinaria capacidad para contar historias fantásticas --como la de Tío Tigre y Tío Conejo--que escuchaba de sus mayores, la llevaron para que ayudando en los quehaceres a la joven Hipólita, fuese fuente de aprendizaje para los niños Bolívar, en especial del tercero de los Simón Bolívar, dado que su padre lo había llamado así para honrar a Simón Bolívar el viejo y a Simón Bolívar el Mozo.

Le tocó a Matea enseñar sus primeros pasos y palabras a Simón Bolívar el Libertador. La historia le da a la ligera el título de “Niñera”, de “Aya”, cuando en honor a la verdad fue la primera maestra, esa que en el preescolar se ocupa de la  motricidad y de enseñar a hablar a través de cantos, poemas, cuentos. Ella lo hacía a tiempo completo.

“¿Dónde están Hipólita que me dio de comer y Matea que me enseñó mis primeros pasos?”, señala la tradición oral que preguntó el Libertador en su última visita a Caracas en 1827.

Estuvo presente en los momentos felices de Simón como la muerte de Juan Vicente Bolívar, dejando a su niños y niñas huérfanos y María Concepción llevando las riendas de una familia de infantes en una época de gran discriminación contra la mujer: Le tocó a Matea junto a Hipólita consolar, en el silencio solidario a un Simón de 9 añitos que pierde a su joven madre en tan crucial momento de la vida. Disfrutaron de verlo feliz en el matrimonio con María Teresa, y  con él lloraron la tristeza de la pérdida mortal de la inolvidable mujer.

La historia la ubica como testigo del sacrificio de Ricaurte en San Mateo en 1814. Ella, también, siguiendo como fiel patriota las instrucciones del ya Jefe de los Ejércitos Simón Bolívar, salió al exilio como protectora de María Antonia Bolívar. Después de pasar casi tres años en Curazao, continúa con los Clemente-Bolívar hasta La Habana, Cuba, de donde regresó con ellos en 1820 a Venezuela. 

Su vida transcurre al lado de María Antonia y sus hijos, quienes le profesan un amor casi maternal a sabiendas de la estrecha relación que mantuvo con Simón y con la propia María Antonia. Matea estaba muy al tanto de los esfuerzos de esta última para, después de 1830, traer los restos mortales del Libertador a Caracas para cumplir con la voluntad del héroe universal.

Aparece en la escena pública nacional en 1842, aún adolorida por la muerte de su amada María Antonia, para ser testigo de las grandes pompas fúnebres que ofreció el gobierno venezolano de José Antonio Páez al Padre de la Patria. Tenía 69 años, lucía fuerte, haciendo honor a su condición africana.

Muchos escritores, cronistas e historiadores se acercaron a ella para escuchar de labios de una protagonista y testigos la historia viva de la Venezuela heroica. En 1876,  con 103 años, y para el asombro de la colectividad caraqueña, pisa por primera vez el recién inaugurado Panteón Nacional de Venezuela, para rendir honor a su niño, a su pupilo Simón, en el nuevo Altar de la Patria.

Pasó sus últimas décadas con los Camacho-Clemente quienes la consentían y facilitaban la correspondencia con una de sus primas, Bárbara Bolívar. Su última dirección fue la parroquia Catedral, Casa Nº 67, Con ella vivía Gabriel Camacho, sobrino nieto del Libertador.

“Aquí vive Matea Bolívar”, dijo el vecino Juan Pérez Soto, amigo del periodista colombiano Manuel Briceño y del dibujante Alberto Urdaneta, quienes inmortalizaron la figura de la ancianita con pañoleta.

Antonia Esteller Camacho Clemente Bolívar, primera maestra normalista de Venezuela, sobrina bisnieta del Libertador, misma que participó vivamente en el Centenario del Natalicio de Bolívar, escribió un breve relato sobre la famosa aya, la maestra de los niños Bolívar-Palacios.

Matea Bolívar no tuvo hijos. Se conoce su acta de defunción que da fe que fue enterrada en 1886 con honores, decretado por el Presidente Joaquín Crespo. Murió en la casa de los descendientes directos de María Antonia Bolívar, los mejores testigos presenciales de quién fue aquella venerable anciana

El 08 de marzo de 2017, su memoria histórica fue elevada al Panteón Nacional, junto con su inseparable amiga Hipólita, en el mismo espacio del glorioso hombre que vieron crecer.

El 21 de febrero de 2022, en un hermoso acto en San José de Tiznados se develo la escultura de Bolívar Niño y Matea Adolescente, donada por la República de Sudáfrica, simbolizando la unidad de dos continentes: La africana con Matea y Nuestra América Abya Yala con Simón.

Honrar a Matea es honrar a Bolívar

sábado, 16 de septiembre de 2023

Simón Bolívar y México: El primer viaje, la primera carta, el primer amor

 


México fue el primer país que conoció Simón Bolívar luego del suyo propio, Venezuela. Ambas naciones, para la época bajo el yugo español. Su país como una capitanía, el de los mayas como un virreinato, que por su imponencia fue renombrado como Nueva España. En México, Bolívar escribe su primera carta conocida, lo hizo el 20 de marzo de 1799.

En enero de 1799, el joven Simón Bolívar Palacios, con 15 años, ya con entrenamiento militar, es enviado a consolidar su formación en letras, matemáticas, geografía, esgrima, danza, idiomas a España. La vía natural era navegar hasta La Habana Cuba y de allí a España, salvo en ocasiones que los barcos hacían escala en Canarias. Pero esta ruta estaba vedada desde 1796 debido a la guerra entre Gran Bretaña contra Francia y España que además del continente europeo tenía como segundo escenario las islas del Mar Caribe, las cuales Gran Bretaña pretendía ocupar, entre ellas Cuba.

Por tanto, el buque de guerra español, de nombre San Ildefonso hace su ruta vía Veracruz, en el entonces invadido México. En su primer viaje, Bolívar navegó frente a las costas centroamericanas, bordeó la Península de Yucatán, y tras catorce días puso pies, el 02 de febrero, en la ciudad portuaria de Veracruz. En estas costas tropicales, lo recibieron los fuertes vientos del norte que soplan de enero a marzo, con una temperatura agradable, cercana a los 24 grados. Cuarenta y ocho días pasó el joven Simón en ese eje mexicano, desde la costa al centro del país.

Llega a la casa de Don Donato de Austria. Recorre Veracruz, de allí pasa a Xalapa, Puebla, para luego saciar su curiosidad de conocer la Ciudad de México. Hace varias amistades en México y es recibido por el virrey español Miguel Azanza. También compartió con las hermanas María Josefa y María Ignacia Rodríguez de Velasco (la Güerra Rodríguez), en cuya casa se alojó. Hizo una bonita y cercana amistad con María Ignacia, De Ciudad de México regresa a Veracruz, y se embarca rumbo a España, haciendo una escala de dos días en La Habana, como lo relata en su primera carta el propio Simón.

En la Carta de Jamaica de 1815, el ya Libertador hace gala de sus conocimientos de la historia política de México, tanto la de la gran civilización invadida por España, como de la reciente con su valerosa independencia en 1810.

En su propuesta de integración de América, recuerda a la gran ciudad de México, a la que percibió como una gran y poderosa metrópoli, digna de ser la capital del continente confederado que soñaba.

Un hecho de su vida libertaria vuelve a unir a Bolívar con Veracruz. En 1818, en Jamaica un mexicano, nacido en Veracruz se une a la causa de la libertad de Venezuela, Miguel de Santamaría. En 1819, Bolívar le encarga gestionar armas para la causa en Haití, en 1821 es diputado ante el Congreso de Cúcuta y en 1822 es designado para que represente a Colombia ante México, vale decir, fue el primer embajador de la Gran Colombia en aquel, designado nada menos que por Simón Bolívar.

En su correspondencia con José de San Martín, en 1821, el Libertador le comenta sobre el desarrollo de los acontecimientos en México, los cuales serán, según él, vitales para la Independencia de América.  En algunas ocasiones, manifiesta en sus cartas su disposición a ayudar a los mexicanos a consolidar la independencia. Se mantenía continuamente informado de los procesos políticos del país amigo, con el cual firmó un Tratado de Amistad y Confederación.

Bolívar mexicano, ciudadano de América

Los mexicanos estaban pendiente de Colombia y de la empresa libertaria de Simón Bolívar, de aquel muchacho que hace más de veinte años caminó por las calles de los aztecas y los mayas. Cada batalla en Ecuador, en Perú era comentada y aclamada como propia. Bolívar era América.

En 1825, al conocerse el triunfo en Ayacucho, en el periódico El Sol de México, el gobierno mexicano felicita al General Bolívar por “la gloriosa y decisiva victoria de las armas americanas del Sur sobre las españolas, acaecida en Ayacucho.”

En México se decía de Bolívar "hay hombres privilegiados por el cielo para cuyo panegírico es inútil la elocuencia porque su nombre sólo es el mayor elogio”, por lo que su Congreso Constituyente, el 13 de marzo de 1824 proclama que Simón Bolívar:

“Por sus tratados de íntima alianza entre todas las Repúblicas de América, ya es y merece ser ciudadano de todas. Pedimos, pues, que Vuestra Soberanía declare solemnemente que lo es de la República de México.” (Fray Servando Teresa de Mier (1824).

El hombre más grande de América, adolecente, cobijado en México, echando de menos a sus hermanos, a su tío-padre Pedro, a sus amigos y amigas, de seguro los de la Cuadra de los Bolívar.

“Estimado tío mío

“…Hoy me han sucedido tres cosas que me han complacido mucho; la primera es el haber sabido que salía un barco para Maracaibo y que por este conducto podía escribir a Usted mi situación y en particular el viaje que hice a México…”

“Su más atento servidor y su hijo. Simón Bolívar"

Lo recordamos este 16 de septiembre, cuando el Padre Miguel Hidalgo da el Grito de Dolores que proclama al mundo la Independencia de México. ¡Viva México! ¡Viva Bolívar!

domingo, 10 de septiembre de 2023

El culto a la Virgen María, exitosa estrategia de transculturación



*1519 años pasaron para que la Virgen María fuera vista por primera vez en Abya Yala

*María solo se apareció ante los indígenas, cuando ya quedaban muy pocos

*La Virgen de Coromoto fue una aparicón, la Chinita una pintura milagrosa, la Del Valle, la Pastora, La Chinita y otras  vinieron en barco

*Santos y advocaciones a la Virgen María se impusieron en la antroponimia y toponimia continental 

El culto a María Madre de Dios (hiperdulía), comenzó en el Siglo II en Roma. La invasión europea al Abya Yala inició en 1492. El primer símbolo católico  en entrar al continente fue la cruz, y el nombre de San Salvador (dado a una isla). La nave de Colón se llamaba Santa María, pero no llevaba en sus equipajes estampas de la madre de Jesús. Primero que la Virgen María  llegaron en barcos, las figuras de los santos (dulía), venerados por los jefes españoles. Entre los primeros estuvo Santiago Apóstol, cuyo  nombre bautizó a varias ciudades de Europa y estas tierras. En las capitulaciones de Santa Fe, entre Colón y los reyes católicos, quedó muy claro el asunto de la toponimia: nombraban o renombraban los sitios en honor al catolicismo o se lo hacía en homenaje a la realeza.

La primera imagen de María  la trajeron a México en 1519 en el barco del invasor Hernán Cortés. Fue la de “Nuestra Señora de los Remedios”. Su misión  era reforzar la “cristianización” de los mayas. Luego, las imágenes de la virgen María continuaron arribando en naves náuticas a otras poblaciones del continente, las cuales fueron mentadas como “La Asunción”, “Nuestra Señora de…”, “Santa María”…

Las apariciones fueron un recurso muy usual registrado en la Biblia, tanto en el antiguo como en el nuevo testamento. El propio Dios o sus ángeles realizaban estos milagros, por lo general en sueños, para comunicar mensajes trascendentales a su pueblo o profetas,  pero principalmente para hacer saber que “hay un solo Dios”, y quienes no lo reconozcan son idólatras.

De acuerdo con los cronistas católicos, la primera “aparición” en vivo de María Santísima, sin barco mediante, sucedió, también, en México en 1531 a un joven maya apodado Diego (nombre de un hijo de Colón). Desde entonces la virgen  María siempre se apareció a indígenas —nunca a los africanos esclavizados,  por quienes no abogó ni Bartolome de Las Casas ni ningún Papa.

Con aquella estrategia la Iglesia católica  consiguió que cada pueblo, caserío e institución, por más pequeña que fuera, tuviera su santo o santa patrona para venerar,  lo cual además funcionaba  para que los padres y esclavistas pusieran nombres (antropónimos) “de pila” a su prole y esclavizados “indios” o “negros”. El apellido muchas veces era el del padre o “amo”, pero el nombre era el del santo, santa, o familia real.

En una segunda fase,  la iglesia impone que cada lugar, y hasta nación, adopte una advocación de  la Virgen María como patrona. Para ello fueron muy propicias las apariciones, que luego de la Guadalupe se multiplicaron por todo el continente. La difusión de los milagros de la Virgen María, en su respectiva advocación se convirtieron en el motor del crecimiento del culto.

En Venezuela, el catolicismo documenta que la Virgen María se le apareció a un cacique de nombre Coromoto para aconsejarle ir con los blancos a bautizarse. Coromoto, según el relato se negó a ser bautizado, a pesar de las sucesivas apariciones de María, hasta que fue mordido por una serpiente venenosa (en alusión a Adam y Eva). En su agonía, el cacique rogó por el sacramento de iniciación.  Así se salvó de morir en alma y cuerpo y se convirtió en apóstol cristiano. Para su “gloria”,  al menos le dio su nombre de cacique a la advocación de la virgen nacional. Oportuno es acotar que para la fecha de esa aparición, los grupos indígenas, ya muy diezmados por el genocidio español,  ofrecían férrea resistencia a la invasión, con ataques sorpresas a las misiones católicas. La aparición de  María llamaba a los pocos Caribes que aún quedaban, a la aceptación de la fe y la paz cristiana.

En otros lugares como Margarita, y Barquisimeto,  la imagen de María llegó, como al principio de la invasión, en barco.

La madre de Jesús, era la figura tierna, de temple, mediadora y femenina que vino a equilibrar la balanza afectiva en un continente donde la presencia materna era y es esencial.  No importaba que la mujer no tuviera poder político ni religioso, María era superior a todo ello, por ser la madre de Dios y estar por encima de todos sus santos.

Tal como lo reconoció  la iglesia en 1979, la serena  y artística imagen de  María Madre de Dios ha sido fundamental en la evangelización del continente. En su nombre se construyeron  grandes edificaciones católicas  sobre las ruinas de testimoniales templos indígenas, como parte material de la transculturación, que convirtió a cada "patrona celestial" en componente de la identidad cultural de los pueblos  surgidos de la invasión europea

jueves, 5 de enero de 2023

Pelé hizo universal al fútbol


Cualquier discusión sobre el mejor, el número uno, el mayor goleador, el más grande, toda estadística que se haya hecho o esté por hacer en el futuro queda sin sentido ante la verdad verdadera: Pelé no le debe su fama al fútbol, el fútbol le debe su universalización a Pelé. Cualquier jugador por muy lejos que haya llegado, por muy estrella que sea  ha navegado sobre ese fantástico océano creado por Edson Arantes do Nascimento.

El fútbol tuvo un origen aristocrático, pero pronto por la cantidad de jugadores involucrados al​ mismo tiempo en un terreno de juego se fue democratizando. Primero solo estaban presentes los atletas, luego estos más los ex jugadores que iban a disfrutar de los nuevos que jugaban y a darle consejos.

La fiebre cundió en Gran Bretaña, hacia el año 1880, y las clases altas y medias apostaron a la conformación de clubes, con sus uniformes, campos, y reglas uniformes, con la consecuente aparición de los aficionados. De la pasión de las clases más acomodadas, pasó a ser practicado por los trabajadores ingleses en las fábricas, donde se reunían cada sábado, aprovechando el tiempo libre. De los equipos de trabajadores, aparecieron los clubes de las ciudades. Allí tuvo su primer ataque por la aristocracia, dado que el pueblo trabajador había hecho del deporte de los 22, el juego preferido del pueblo.

Para 1900, el fútbol empezaba a dar pasos en países distintos a Gran Bretaña, y fue aceptado en los Juegos Olímpicos  de París. La FIFA nació en 1904, pero fue sólo en 1930 cuando se celebró el primer campeonato mundial del balón pie en Uruguay. A partir de allí el fútbol sin todavía la magia satelital iba copando espacios en Europa y América, en especial en Suramérica, donde países como Argentina, Uruguay y Brasil lo hacían su deporte consentido y se iba popularizando en los sectores más pobres de esas naciones, que pronto contagiaron a toda la subregión.

Luego llegó la década de 1950, comenzando con el "maracanazo" que eliminó a la gran favorita de siempre, Brasil, ante la primera campeona mundial, Uruguay. La radio era la estrella comunicacional del planeta, el gran vehículo que hacía llegar lo que sucedía en este ir y venir de los veintidós  jugadores y los ya miles de aficionados que se identificaban con aquellos atletas.

Entonces llegó un niño limpiabotas

Para esa década, un niño limpiabotas jugaba en sus ratos libres, garabateaba con pelotas de cartón, hule, y hasta con mangos.  Era tan bueno que para que el equipo contrario no se retirará, sus amiguitos le pedían que arqueara -era buen arquero, lo hizo varias veces con El Santos-. Tuvo un padre que lo hizo adorar a la selección nacional y a EL Santos, predestinádolo a estar ligado por siempre, desde los 15 años a ese equipo y desde los 17 a la Verde Amarella.

El muchacho negro, “la Perla Negra”, llegó con su arte al futbol grande de Brasil, y en 1958, el mundo entero lo observa ganar la Copa Mundial. Se convierte en el gran ejemplo de los niños pobres del mundo, el heroe de los pobres y de los negros, que lo veían a él "tan libre y liberador".  Su imagen se va haciendo común en las televisoras de señal abierta, en los principales diarios; su nombre se multiplicaba en las radio emisoras. Todos hablan de Pelé (en hebreo “Milagro o maravilloso”), del Rey Pelé.

Fue junto al boxeador Mohamed Ali, un fenómeno universal en todos los países del orbe,  en especial los del Sur. Todos querían verlo, todos querían ser como él. Para los países de América que no clasificaban al mundial, hinchar por Brasil era como hacerlo nacionalmente, porque Pelé se hizo tan familiar que era visto como un connacional. Igual fenómeno sucedió en África, a la cual visitó en varias ocasiones, en una de las cuales se reunió con Mandela de quien dijo “Nelson Mandela fue una de las mayores influencias en mi vida". Antes, en febrero de 1969, con su equipo El Santos jugó contra la selección de Nigeria, y por tres días hubo tregua en la guerra civil de  Biafra.

En 1974, el mundo extrañó a Pelé en el Mundial de Alemania- tenía solo 34 años, en plenitud de facultades, y fue campeón mundial de 1970, en México-. El mundo entero anhelaba despedirlo, aclamarlo, pero Edson Arantes do Nascimento no era ajeno a lo que sucedía en su país, aquejado de una férrea dictadura.

“La dictadura estaba exigiendo demasiado al pueblo” “La hija de Geisel (el dictador) me contactó y me pidió volver a la cancha y jugar la Copa de 1974. No acepté por un solo motivo: yo estaba infeliz con la situación de la dictadura en el país…En apoyo al país, yo rechacé, porque estaba muy bien y podía jugar en alto nivel”

Pelé se retiró en 1977, cuando aún todos querían verlo jugar su último mundial; enfrentó con estilo el racismo, pero hasta los más racistas sucumbieron ante su talento y diplomacia. Después de Pelé los jugadores afro y africanos fueron conquistando las ligas europeas.

El astro ha sido objeto de todos los reconocimientos deportivos y diplomáticos nacionales y mundiales. Su figura ha inspirado a millones de jóvenes a jugar fútbol. Él universalizó el deporte preferido de los pueblos del mundo. 

“He jugado en todas partes. Sólo me queda jugar en la luna”.


lunes, 31 de enero de 2022

Proceso y carácter de la conquista y la colonización en el Caribe



 En este ensayo, se abordará el tópico referido a la conquista y a la colonización española en el Abya Yala, llamada por ellos “Indias Occidentales”, para posteriormente denominarse cartográficamente “América”, nombre con el cual se identifica hoy este continente, al que típicamente se le agrega también el adjetivo “Latina”, acepción francesa que se impuso por fuerza del uso, mientras que la parte insular, conquistada y ocupada por Francia, Gran Bretaña y Países Bajos, se le denomina con un nombre más propios de sus antepasados “Caribe”; la parte septentrional del continente, sencillamente se conoce como América del Norte.

En todo este gran territorio, única masa de tierra separada por miles de kilómetros de la otra parte del planeta conformada por Eurasia y África, habitaron varias culturas o civilizaciones de gran trascendencia, tres de las cuales aún sobreviven, a pesar del determinante desplazamiento, calificado de genocidio, que sufrieron con la conquista, ocupación y colonización.

La historia de los acontecimientos en este continente del Abya Yala, a partir del 12 de octubre de 1492, en principio ha dependido de los pocos historiadores para la época, y de las propias historias, notas, diarios de los navegantes, comenzando por Cristóbal Colón y sus “Diarios”, y otros conquistadores; así como de civiles y religiosos que los acompañaban. Esto significa, que las principales fuentes escritas son europeas o de mestizos, como el Inca Garcilaso de la Vega.

Los más connotados autores de esa época son el anterior, Garcilaso de la Vega, quien era hijo de un conquistador y una integrante de la realeza inca. Garcilaso de la Vega (1519-1616) en su Historia General del Perú lo hace desde la presencia y contacto con su padre europeo participe de la colonización, así como de su madre inca.

Otro cronista, es Fray Bartolomé de las Casas (1474/84-1566), cuya obra, Historia General de las Indias,  es fuente obligada de historiadores y escritores de todas las épocas. La evolución del este escritor, se expresa en su misma obra, en la cual toma partida a favor de los indígenas a quienes ve exterminar y torturar por los españoles.

Luego, encontramos a Francisco López de Gomara (1511-1562), y su Historia General de Las Indias y Vida de Hernán Cortés, escrita por relatos de terceros, entre ellos Cortés, de quien fue secretario en España. Hay otros autores como el conquistador Bernal Díaz del Castillo, quien refuta a López (1485-1584), y escribe La Verdadera Historia de la Conquista de Nueva España.

Estos historiadores, el que menos, si bien trataron de hacer relatos ilustrativos –todas estas obras están llenas de abundantes descripciones que sustituyeron la carencia de pintores y de instrumentos para captar imágenes, las que ellos plasmaron en su prosa ha sido la que hasta hace poco inspiró el imaginario artístico—, guiaron sus obras llevados por un valores subjetivos, por lo general para justificar las acciones de la colonización y la conquista, siendo de ellos, un poco más equilibrado, por su condición de mestizo, Garcilaso de La Vega.

Más cercano al Abya Yala, está el mestizo neogranadino José Oviedo y Baños (1671-1738) quien escribió Historia de la conquista y población en la Provincia de Venezuela, que es uno de los principales referentes para la descripción de los aborígenes del Caribe, que sin embargo toma referencias de De Las Casas, en varios de sus pasajes.

En los últimos tiempos el desarrollo de las ciencias como la arqueología, antropología, biología, geografía, paleontología, medicina forense que cuenta con grandes avances tecnológicos nos traen relatos científicos y pruebas que en varios casos o confirman las historia o nos dan visiones verdaderas o más cercanas a las era antes de la llegada de los europeos y posterior a ella.

Los “indios” Caribes en la prosa de López de Gomara

Para el desarrollo de este ensayo, hemos leído la Historia General de las Indias de López de Gomara (1552), sobre cuyas afirmaciones haremos algunas consideraciones y análisis

En dicha obra, López, además de las descripciones de los paisajes, gastronomía, flora y fauna, describe varias de las llegadas y conquistas de “militares” españoles, después de Colón, a diversos puntos del Caribe, Insular, el costero (Venezuela, Colombia, Centroamérica); México, Chile y Perú (de este relata con amplitud, la guerra civil entre los españoles Almagro y Pizarro).

López, a lo largo de su  obra describe a la gente Caribe de la manera más cruda, los presenta como auténticos salvajes, aberrados, y en particular como carnívoros. Una vez que estos “indios”, que al principio fueron pacíficos se rebelan, son considerados por el autor, como “carnívoros”, herejes  y depravados. En cada batalla que pierde un batallón español,  los caribes “matan y se comen a los europeos”, de acuerdo con López, que de esta manera predispone al lector, que para la época, leían solo los burgueses y los nobles, contra los pueblos originarios.

 Un manejo, adrede, de lo religioso, que siempre estuvo presente en las relaciones de dominación de España con los territorios invadidos. A los aborígenes los calificó de paganos, adoradores del demonio, aberrados y carnívoros, suficiente expediente para exterminarlos. A los africanos esclavizados, de brujos y brujas, a los cuales llevaría miles a la hoguera; y a los patriotas de infieles que merecían un castigo divino. De tal manera que la conquista estaba ampliamente justificada, a pesar de las muertes.

  López, por ejemplo narra las matanzas por españoles de indígenas considerados homosexuales, asesinatos, que según López agradecen los “indios”. Es una constante en la obra el tema sexual, visto como perversión en los indígenas, es decir, como pecado que merecía el castigo. Téngase en cuenta que López era un eclesiástico, y su pluma además de responder a la nobleza, estaba obligada por sus votos religiosos.  En ese prontuario histórico, López, afirma que antes de casar a una doncella india, ésta debía permanecer dos años encerrada. Luego antes de entregarse a su novio era probada por los caciques, si el novio era un cacique, o por los iguales del novio. A este expediente inquisidor sumaba, uno pero “los caribes creían y adoraban al diablo”.

El trato en la obra a la mujer indígena es denigrante, muy contrario a la obra de Oviedo y Baños, que ofrece la descripción de mujeres piaches o cacicas respetables y de gran valor, y de matrimonio estables como el Guaicaipuro con Urquía. Pareciera López, desconocer la historia del Imperio Romano, donde los escándalos y perversiones todavía causan asombros.

Sobre el argumento del canibalismo. Expresamos arriba, que si bien no hay historiadores para la época que escribieran la historia desde la perspectiva indígena, los avances de la ciencia ya dan testimonios reales. Por ejemplo un equipo de arqueólogos de la Universidad de Syracuse dice que:

El doctor Arthur Reginald “Reg” Murphy, arqueólogo de Antigua quien encabeza el equipo de investigadores y arqueólogos de la Universidad de Syracuse, el Farmingdale State College y el Brooklyn College, expresó a The Guardian que, del análisis de su dieta, no han encontrado evidencia de que los caribes alguna vez comieran humanos… Hemos aprendido que, lejos de ser caníbales, en gran medida vivían de animales y de peces», expresó Valmond, quien es descendiente de caribe. La imagen de los caribes como caníbales salvajes se basa completamente en relatos coloniales: «No sabemos nada de ellos, excepto lo que nos dijeron los europeos, y ellos tenían su propia agenda», puntualizó Murphy. (El Adoquín: https://eladoquintimes.com/2018/05/16/los-indios-caribes-el-mito-del-canibalismo-y-sobre-juan-garrido/)

Esta investigación científica de 2018, aunque como toda indagación tiene sus contra investigaciones, ha empezado a poner las cosas en su lugar, o al menos no dar por cierto toda la historiografía europea sobre los Caribes.

Estos Caribes eran más bien pacíficos e ingenuos como lo relata el propio López. Cuenta que el conquistador  Diego Velázquez  recibió de los indios en un caserío diez  granos de oro, un ídolo de oro, una cabeza de perro hecho de calcedonia, una medalla de oro,  cuatro zarcillos de turquesa,  un collar de oro, una trenza de oro, una rana de oro, seis gargantillas de oro, cinco máscaras de piedra de oro,  camisetas y mantas de algodón. Y a cambio le dio a los pacíficos hombre color canario:   dos camisas, dos espejos, dos cintas de cuero, dos zarcillos, dos tijeras, cuatro cuchillos, tres peines, cien alfileres, tres medallas y doscientas cuentas de vidrio, y cosas de poco valor.  Oviedo y Baños, en la obra que hemos citado dice de los caribes:

Al tiempo de su conquista era habitada esta provincia de innumerable gentío de diversas naciones, que sin reconocer monarca superior que las dominase todas, vivían rindiendo vasallaje cada pueblo a su particular cacique; pero después de las mudanzas del tiempo, y la continua extracción de indios, que por espacio de más de veinte años se hizo para las islas de Barlovento, y otras partes, la consumieron de suerte, que el día de hoy en ochenta y dos pueblos, de bien corta vecindad cada uno, apenas mantienen entre las cenizas de su destrucción la memoria de lo que fueron (p 32)

La conquista se hizo precisamente aprovechando muchas veces la buena voluntad de los indígenas que aceptaban, bien sea por creencias religiosas, por la abundancia a aquellos hombres extranjeros. De los indígenas salieron los guías, los traductores de idiomas; por la fuerza sería servidumbre; y por la habilidad política del conquistador serían divididos y puestos a luchar entre ellos, a muerte. No obstante, los comentarios López, debe aceptar la fuerza de la evidencia de sus informantes sobre el método de conquista y colonización sobre los territorios caribes:

Hay ahora pocos indios, y aquellos son cristianos. La culpa de su muerte cargan a los gobernadores, y la crueldad, a los pobladores, soldados y capitanes (López, p.105).

Bibliografía:

- De Las Casas B (1559) Historia General de las indias.

- De La Vega Garcilazo (1616) Historia General del Perú. Recuperado de http://shemer.mslib.huji.ac.il/lib/W/ebooks/001531298.pdf

- El Adoquín: Recuperado de https://eladoquintimes.com/2018/05/16/los-indios-caribes-el-mito-del-canibalismo-y-sobre-juan-garrido/)

- López de Gomara (1552). Historia General de las Indias

- Oviedo y Baños (1616) Historia de la Conquista y población de la provincia de Venezuela               Recuperado de    https://biblioteca.org.ar/libros/211673.pdf

 

 

  

 

 

 


La vivienda prehispánica en el Caribe

 


Un aspecto atractivo del período pre hispano es la arquitectura. En el caso de las grandes culturas como las centroafricanas y suramericanas estas han sido ampliamente estudiadas por las ciencias sociales, como la antropología y la arqueología. Aún hoy, se exploran con ahínco, por la magnitud de las grandes ciudades que legaron tan avanzadas civilizaciones.

No ha sido así para la arquitectura prehispánica de las naciones arahuas y caribe que poblaban las costas del Abya Yala, de lo que hoy va de Venezuela hasta Guatemala, incluyendo las islas mayores y menores del Mar Caribe. Los estudios como el de Juan Bosh, El Caribe frontera imperial, se centran más en los pormenores de la colonización y conquista, así como en las luchas de resistencia y rebelión de los Caribes, especialmente en la Santo Domingo, Cuba, Puerto Rico, Colombia  y Venezuela.

De los caribes se ha puesto especial atención en sus habilidades como navegantes, lo cual queda demostrado por los constantes desplazamientos que hacían por todo el mar interno. Por ejemplo, la ruta tradicional del Este de Venezuela hacia el rosario de islas que cercana como Trinidad Tobago, hasta Barbados.

Los primeros datos sobre el paisaje humano de los Caribes los proporciona el propio Cristóbal Colón en sus Diarios de Viajes.

Sus casas eran de adentro muy barridas y limpias, y sus camas y paramentos de cosas que son como redes de algodón; ellas, las casas son todas a manera de alfaneques y muy altas y buenas chimeneas, mas no vide entre muchas poblaciones que yo vide que ninguna pasase de doce hasta quince casas (p.39)

Las redes de algodón eran las hamacas y chinchorros, espectacular cama área que protegía de la humedad del suelo de tierra y del peligro de algún animal rastrero o salvaje. Luego Colón tendría noticias de inmensos poblados que podían superar las 500 viviendas.

Las viviendas tenían forma de tienda de campaña (alfaneques), de gran altura; lo que significa que su construcción consideraba el calor y la humedad. Dentro de ellas, sus habitantes colgaban hamacas o  chinchorros para dormir, por lo que tenían buenas columnas de madera. Colón cita la presencia de chimeneas, que también puede ser elementos de ventilación, dado que por lo general las comunidades indígenas cocinaban al aire libre, pero en tiempo de lluvia, dentro del amplio bohío, cuya altura y salida de aire permitía la salida del humo de manera natural.

Bosch (2009) alude que los arahuacos y los caribes tenían viviendas muy parecidas. Habitaban  grandes bohíos o caneyes familiares (más adelante veremos la diferencia de estas dos edificaciones). Bosch apunta, que para los indígenas familia significa padre, madre, hijos, abuelos, bis abuelos, primos, sobrinos, algo más que la conocida familia extendida, por consiguiente necesitaban grandes viviendas colectivas.

Continúa Colón su descripción, llena de asombro: “El señor los llevó al lugar a una casa redonda que parecía un templo, donde los sentó en banquillos muy labrados de palma negra".

A lo largo de diario de Colón y de otros cronistas aparecen referencias a muebles, decorados, máscaras, pinturas que denotan que si bien las viviendas podían ser desmontadas rápidamente, había una cierta pertenencia al poblado. El descubrimiento de jeroglíficos, en una guía sobre la cercanía de estos pueblos; así mismo, en ocasiones, se han conseguido construcciones de acueductos con cierta complejidad, como por ejemplo, en los Caquetíos en el Estado Falcón, quienes llevaban agua dulce por acueductos desde la Sierra a la zona que hoy ocupa la ciudad de Coro. Los Caquetíos califican dentro de las denominadas culturas hídricas, comparables las que poblaron las riberas del Nilo en Sudán y Egipto. Su características principal fue la de hacer sus moradas respetando el bosque y las riberas, y canalizando el agua de los ríos para aprovechar sus ciclos de crecida.

Soraluce-Blond (2003) en su ensayo “El Bohío cubano: Arquitectura de Cubierta vegetal en el Caribe”, cita las visiones de varios cronistas españoles, no solo en Cuba, sino en otras zonas caribeñas. De él tomamos varias descripciones. Los cronistas refieren que la casa del cacique o jefe vivía en una casa redonda que estaba dividida en dos piezas. Una demostración de jerarquía, en la cual se mostraba que el jefe no vivía en el bohío o caney familiar, sino que lo hacía en una casa grande de dos piezas, una de ellas para recibir a la visita, atender a sus principales, y una más privada. En hechos narrados sobre los caciques venezolanos, es común la narrativa de la casa o choza del jefe. En ocasiones estas viviendas hechas de paja y madera fueron quemadas por los enemigos, como fue el caso del Cacique Guaicaipuro.

Las viviendas en varias oportunidades formaban pueblos cuyo eje era una plaza que tenía un gran árbol en el centro. “Las casas eran altas y redondas, hechas de madera con techos de palmas y otras diferentes hojas que llegaban al suelo, maravillosamente fabricadas”, señala De las Casas. Colón refiere que sus hombres llegaron a ver pueblos de hasta 500 casas y miles de indígenas viviendo en ellas. Normalmente, los españoles desplazaban esas poblaciones por la fuerzas, y allí construían sus poblados.  De las Casas, ratifica lo que vio Colón y varios de los conquistadores:

 Las casas son de madera y paja muy luengas y delgadas, hechas del modo de una campana, por lo alto angostas y a lo bajo anchas y para mucha gente bien capaces, dejan en lo alto un respiradero por donde salga el humo y encima unos caballetes o coronas muy bien labrados y proporcionados (p.264)

Los pocos investigadores de esta arquitectura, distinguen dos tipos de moradas, que todavía pueden verse en poblaciones indígenas caribanas. La casa de forma redonda cónica y la casa oblonga. En la etnia Pemón, en Venezuela: se distinguen tres tipos: oblongas o elípticas, cuadradas y redondas. A pesar del predominio colectivo, de vivienda familiar, algunas de ellas eran cercadas, con una verja natural de ramas, hilos de algodón o bejuco de no más de un metro de altura.

Soraluce-Blond (2003), señala uno de los motivos principales para el establecimiento de los poblados indígenas:

Los indios Taínos vivían agrupados en pequeños pueblos a los que llamaban yucayeques, esparcidos por las islas, aunque casi siempre situados junto a los ríos y a las costas del mar. Así podían obtener fácilmente el agua, bañarse, pescar y cazar animales. El estar cerca de las aguas les permitía trasladarse de un lugar a otro en pequeñas embarcaciones o canoas. Las casas de los yucayaques formaban agrupaciones urbanas llamadas bateys, a modo de plazas rodeadas de cabañas. Las construcciones eran de dos tipos diferentes, los bohíos y los caneys. Ambas se fabricaban con cañas o ramas muy unidas y amarradas con bejucos. Las techaban con guano, la hoja de la palma y los suelos eran de tierra apisonada (p.1)

Estas construcciones eran bien cuidadas. Como puede verse usando materiales naturales como árboles y tierra (bahareque). Algunas a cuatro aguas, otras a tres y de dos. El techo era de hojas de palma, palma brava y en ciertos casos de cactus. En el caso de las viviendas familiares no existían divisiones internas, muy acorde con la libertad en el vestir “escaso”, o más bien lo necesario, y acorde al clima de los originarios.

Paseándonos por esas realidades, se deduce que los caribes, además de buenos navegantes, eran buenos arquitectos. Bien es sabido, lo complicado que es la construcción circular, la cual los caribe dominaban perfectamente en la edificación de los bohíos.

Los españoles expresaban la gran habilitada que poseían, siendo capaces de construir un pueblo en dos o tres días con aquellas maravillas de viviendas, en las que no pocas veces habitaron los colonizadores. Además de que sus primeros pueblos, fueron de aquellos materiales, si bien los capitanes se referían despectivamente a ellos como “rancheríos”.  La técnica para de construcción, el material cercano y abundante, posibilitaba los desplazamientos periódicos que hacían tribus enteras bien sea por clima, falta de alimentos, catástrofes naturales, o luego de la llegada de los europeos, por la guerra. En cuanto a que diferenciaba el bohío (figura 1) y el caney (figura 2), apunta Soraluce-Blond (2003)

Se encuentran en la forma y en el tamaño. Los bohíos eran rectangulares y los caneys circulares, más amplios mejor construidos y poseían al frente un porche. El Caney era la casa de los jefes o Caciques según algunos autores, aunque Colón encontró grandes caneys de uso colectivo, su forma troncocónica se remataba en la cumbrera con una estructura de madera por donde salía el humo. A la salida de los poblados también construían casas elevadas sobre horcones y aisladas del suelo a las que llamaban barbacoas, construcciones adaptadas a zonas pantanosas o para los bordes de los ríos (p.2).

En la anterior cita, encontramos una referencia a los llamados “palafitos” que aún hay en el Lago de Maracaibo y que tan gran impresión causaron a los europeos. La técnica del palafito, requería del conocimiento del tipo de madera que pudiera perdurar sobre el agua y contener la humedad.

Las viviendas de los caribes, cumplían su principal función de abrigo a la familia y de fundamento social en la formación del pueblo. Los conquistadores, en sus diarios, incluyendo a Colón, se refieren a la belleza de esas casas, muy pulcras. Hasta hacen alusión a esculturas y máscaras que adornaban aquellas casas.

Importante tema este sobre las edificaciones prehispánicas Caribe. El material con el cual fueron construidas, en perfecta armonía con la naturaleza, lo que hoy se calificaría como “biodegradable”, haría que además de las quemas a las que fueron muchas veces sometidas en las guerras de rebelión, con el tiempo se fundieran nuevamente en la naturaleza. Su testimonio es aún, la herencia de pueblos caribes que aún viven en varios espacios de Venezuela, Brasil, Colombia y Centro América. “Son seguras, limpias y sanas, es un placer verlas y habitarlas”. (Colón el 17 de octubre de 1492).




 

Bibliografía

-Bosch, J. (2009). El Caribe Fronteral Imperial. Fundación Juan Boch. México. Recuperado de http://biblioteca.diputados.gob.mx/janium/bv/ce/scpd/LX/cris_colon.pdf.

Colón, C  (SF). Los Diarios de Colón.  Recuperado de https://juancarloslemusstave.files.wordpress.com/2014/07/diarios-de-colc3b3n.pdf

De Las Casas, B (1561). Historia de Las Indias. Libro I. H

Soraluce-Blond, J, (2003). El bohío cubano: Arquitecturas de Cubierta Vegetal en el Caribe. Cuaderno de Etnografía Canaria. II Época – nº 14 abril 2003- pp. 144- 147) Universidad de A Coruña

 

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