Luego del terremoto de Japón, de las declaraciones de Alemania y las posiciones de los miembros permanentes del CS-ONU, China y Rusia, parecía que la estrategia imperial para adueñarse de las riquezas libias variaría por falta de financiamiento. Para nadie es un secreto que el G7 es el fondo para la guerra de EEUU, un país en bancarrota. Y ahora con Europa Occidental quebrada, el mayor peso lo tenia Japón, aliado de EEUU desde finalizada la II Guerra Europea (alias mundial).
Pero al hurgar un poco en los movimientos financieros de EEUU en 2008, buscando oxigeno para su catástrofe económica, encontramos que los personeros del FMI (presidido siempre por un gringo), se hicieron intensamente en la Península Arabica, lugar de ricas monarquías, cuyos territorios albergan una notable cantidad de bases militares estadounidense, un ejemplo palpable Bahrein. Los países árabes del golfo fueron quienes dieron la gran excusa a los occidentales para torpedear al pueblo libio para “protegerlo”. Y no es de extrañar que de esos países provengan los recursos económicos para sostener la costosa operación.
A todas luces, la ilimitada e ilegal Zona de Exclusión Aérea (ZEA) y la permisología del anacrónico Consejo de Seguridad para usar la fuerza militar contra el pueblo libio es una acción desesperada de Gran Bretaña, Francia y EEUU (los otros tres miembros permanentes) ante la recuperación del control de las legitimas fuerzas gubernamentales libias sobre el bastión rebelde, cuyas banderas son el regreso a la monarquía de 1969. Era cuestión de horas para que el gobierno central recuperará el control de toda Libia. Pero la desesperación del G7 y la OTAN, los llevó a crear un precedente que ilegitima a la ONU, al parcializarse por un grupo rebelde, minoritario además, y darle la espalda a un legítimo representante gubernamental. La ONU es un organismo gubernamental. Por supuesto, por ello, Francia se apuro a reconocer como legítimo al denominado Consejo Nacional Libio, cuya existencia era aún precaria. Toda una tramoya imperial.
Que tristeza que se le haga creer a la gente que los bombardeos que vendrán de las fuerzas de la OTAN, que partirán de las bases españolas, inglesas, chipriotas y griegas son buenos y que no dañarán a la población civil. Que no destrozaran la envidiable infraestructura física en autopistas, carteras, aeropuertos, puertos, complejos de conferencias, áreas recreativas, que no abundaran los “daños colaterales”.
La desmoralización occidental, los llevó a combinar la estrategia iraqui, cual era matar por hambre con un férreo bloqueo y robo de la factura petrolera, para producir la obsolescencia tecnológica del país. Insólitamente no hubo votos en contra, ni de los representantes africanos, de ningún país del Sur. No hubo vetos, que como nunca antes se justificaban.
La bélica decisión del CS ONU sorprende por la excusa de la misma. Porque considera ignorante de lo que sucede en los reinos de Yemen y Bahrein, amigos árabes de EEUU, quienes juntos al resto de las monarquías de la península avalaron la ZEA en la Liga de Estados Árabes. Aunque, sin ONU o si ONU, los bombardeos llegarían como aquel 20 de marzo de 2003 sobre Irak, que desde entonces ha dado tristemente al mundo, más de un millón de víctimas causadas por EEUU y sus aliados militares y financistas.
Hay un popular anatema bíblico que bien aplica esta vez para los que aupan la matanza libia “que su sangre caiga sobre su cabeza”.
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