La
guerra económica es una guerra psicológica contra la población con la
finalidad de provocar tal descontento que lleve a uno de dos resultados.
Uno que en la próxima elección el elector aplique un voto castigo
contra quien cree causante de su angustia por la escasez o el alto
costo.
Otro,
que la gente, desate su furia contra el gobierno a través de hechos,
que pudieran ser el castigo a los comerciantes, apropiándose de las
mercancías, elemento que pudiera devenir en sucesos violentos y perdidas
de vida.
En ambos, los jefes de la guerra económica, la derecha fascista, juegan con la propia vida de los seres humanos.
En
el caso venezolano, los planes de la derecha se han encontrado con
murallas creadas por la Revolución Bolivariana. La Primera de ella, el
alto poder adquisitivo de la clase trabajadora, respaldada por las
previsiones tomadas por el gobierno para mantener abastecidos las redes
de mercados populares de productos de primera necesidad. Por tanto,
quebró operación al estilo de Chile o Nicaragua, de rendir por hambre.
El
descarado sobreprecio en bienes electrodomésticos, textiles y
construcción apostaba a crear un malestar generalizado y una matriz de
opinión de que debido a las políticas monetarias todo se ha encarecido y
está escaso.
La
ofensiva revolucionaria, ha demostrado fehacientemente que el control
de cambio para preservar las reservas funciona, pero la buena fe del
Estado en los empresarios fue aprovechada por estos para saquear los
sueldos y salarios de la población. Ahora el Gobierno y el Pueblo ponen
orden y justicia.
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