El laberinto europeo



La línea oficiosa y corporativa en los gobiernos y multilaterales europeos es “estamos saliendo de la crisis y entramos en crecimiento económico”.

La realidad de las calles de la vieja Europa Occidental es otra: “Paren que me quiero bajar”.

Solo varios desinformados “latinoamericanos” aún quieren rescatar su nacionalidad europea porque tuvieron un bisabuelo de allá. Los que están al tanto de la debacle, ya prefieren buscar trabajo en los ricos y consumistas países de la Península Árabes.

La crisis tiene rostro. Los Miserables de Víctor Hugo vuelven a pulular, ahora en los andenes de los subterráneos, y portales de iglesias, buscando restos de comidas en la basura y estirando la mano en busca de limosnas.

El comercio informal, el de baratijas, se esparce como retrato indeseado del desempleo. Mientras en la política los clásicos partidos retroceden ante esperanzas emergentes y la aplastante abstención.

Las monarquías van perdiendo centimentraje en las revistas rosas y los programas irrelevantes de la tele. Ya a la gente no le importa los amores y desdichas reales, pero si los “reales” que esos nobles saquean del erario nacional, que deberían estar destinados a generar obras públicas que den más empleo.

La corona española ha dado otro paso en eso de abdicar. Ante lo hizo el Papa (Rey al fin) Razinger acorralado por los escándalos de la pedofilia sacerdotal; y ahora el Terror de los Elefantes, sacrificado en un intento por cambiar el tema de la crisis, que es tan grande como “el mar que nos separa” de la mala madrastra. 

(Publicado en Correo del Orinoco, 8-6-14)

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