Un dicho
muy gracioso que escuchamos desde temprana edad, es “los españoles le ponen un
cartelito a cualquier ladrillo viejo y
lo convierten en un atractivo turismo”.
El
asunto viene a colación por los millones de personas que van de la propia
Europa y de Nuestra América atraídos por un sinfín de lugares históricos de
España, como castillos, calles, iglesias, columnas, museos; sitios de interés
históricos bien sea por un acontecimiento nacional, local, internacional, o
porque allí nació o falleció alguien; una batalla, un congreso, una edificación
antigua y por supuesto los museos. España es el tercer país más atractivo para
los turistas, recibe unos 75 millones de visitantes anuales que escudriñan cada
piedra de ese país.
En
Nuestra América, México ha desarrollado una importante industria turística en
torno a su historia milenaria, como son la maya y la azteca que condimenta
espléndidamente con su música y
gastronomía que de forma magistral ha posicionado en el imaginario mundial. Los
mexicanos han puesto las ciencias sociales al servicio del turismo. Ruinas
encontradas en plena selva son debidamente tratadas, señaladas y servidas con
vías de penetración para que el visitante nacional o extranjero se acerque.
Casi 20 millones de personas van anualmente atraídos por la historia mexicana.
En
La Habana Vieja, Cuba, verdaderas multitudes de gente caminan por sus calles,
visitan casas y edificaciones antiguas, museos temáticos, plazas; esculturas.
Una oficina especial se encarga de la recuperación y mantenimiento de ese
tesoro arquitectónico. Tal vez unos tres millones anuales pasan por esas
conservadas calles.
En
Venezuela, son muchos los lugares llenos de historia. En primer lugar los
relacionados con la guerra de independencia, con la figura de Simón
Bolívar y la pléyade de héroes y
heroínas. Cientos de batallas, sitios emblemáticos, casas, casonas, ciudades y
pueblos.
En
algunos casos, cascos coloniales como el de Caracas han sido restaurados para
la ciudanía. No obstante en en todo el país subsisten sitios históricos que
esperan su restauración, o su monumento respectivo y sobre todo su exposición
que harían de ellos parte del turismo histórico nacional, poco atendido y desarrollado
en el país a pesar de su potencial.
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