Benghazi, ciudad cuna del último monarca libio, un rey complaciente con Gran Bretaña, siempre ha sido el reducto de la oposición. Esta actitud nunca fue disimulada, menos cuando los alzados recibieron la orden de atacar, de inmediato tomaron con símbolo la vieja bandera que identificaba la monarquía absoluta. Solo alguno que otro intelectual de izquierda, llevado por su antipatía contra Gaddafi, puede pensar que aquellos contrarrevolucionarios tienen buenas intenciones.
Sorprende por ejemplo que el conocido periodista francés Ignacio Ramonet, haya reclamado que los gobiernos de izquierda y los demócratas del mundo no ayudaran a los insurgentes libios. Extraños demócratas que usan balas en lugar de votos, como es el caso de los mercenarios de Benghazi, al servicio de Francia y sus aliados de la OTAN. Ramonet termina justificando los crueles bombardeos de la OTAN en su afán de probar que Gaddafi es malo. Y por ser malo, a pesar de las evidencias de apoyo del pueblo a Gaddafi, pensará Ramonet que deben asesinarlo sin importar que mueran inocentes, como los nietos del lider, sin considerar que se mantenga aterrada a diario a una población que no entiende porque caen misiles en sus calles, colegios y casas. Que no comprende porque los “insurgentes” para los que el intelectual francés pide apoyo, permiten que maten a los sacerdotes libios, y luego van a París a reportarle directamente a Sarkosy. ¿A que libios le preguntaron si querían un Consejo Nacional de Transición? ¿Cómo lo formaron? ¿Quién les autorizó a vender el petróleo de la nación? Las dos últimas respuestas son sencillas: Francia y la OTAN. No sabemos si Ramonet y otros de la izquierda glamourosa consideran esas acciones democráticas.
Lo más insólito es que el reconocido escritor afirma que la única fuente de derecho internacional es la ONU. Ósea, que el vetusto Consejo de Seguridad puede imponer su código de conducta a sangre y fuego. Mucho intelectual de la izquierda no ha leído los discursos de Gaddafi en la ONU, ASA, Unión Europea y Unión Africana en los cuales sostiene que las funciones del Consejo de Seguridad deben ser asumidas por la Asamblea General, lo cual si es más democrático. También arremetió Gaddafi contra el FMI, el Banco Mundial y la OMC por su voracidad capitalista, Pocos líderes internacionales, casos de Chávez y Kichner, lo han hecho. Pero para descalificar al “líder”, los exquisitos izquierditas, dicen sencillamente que es un doble discurso. Y para poner distancia afirman orondos “yo apoyo al pueblo libio, a pesar de no estar de acuerdo con Gaddafi”. Algo así como que “no importa si se pierden unas cuantas miles de vida, siempre que eliminen a ese señor”. Lo mismo decían de Hussein, y ya en Irak las muertes civiles superan el millón. Pero con Gaddafi es más alarmante. Estamos hablando del guía de la Revolución Verde, del que acabó con el imperialismo inglés, francés e italiano en Libia y la llevó a altos niveles de desarrollo humano; y que fue, hasta los bombardeos de marzo, el primer cooperante continental para los países pobres africanos Hay tanto opinante que no lee más allá de sus propios escritos.
El derecho internacional tiene varias fuentes como la costumbre, la doctrina, el derecho natural y los organismos regionales. En el caso libio, no se permitió que la Unión Africana activara sus bien conocidos y exitosos medios de solución pacífica de controversia. Y de aceptar que la ONU es la única fuente del derecho internacional, que no lo es, entonces el Consejo de Seguridad violó la Carta de la ONU que privilegia la acción de los organismos regionales en casos como el de Libia. Tal vez Ramonet no se enteró que a cinco presidentes de sendas subregiones africanas no se les permitió la entrada a Libia el 18 de marzo, cuando iban a cumplir su labor mediadora por encargo de la UA. A cambio, la ONU escogió usar la polémica recomendación de una atomizada Liga Árabe, donde más de la mitad de sus miembros no son africanos y si de clara tendencia pro estadounidense, y para más decidieron sin la presencia del gobierno libio, que ejercía la presidencia de turno de la Liga.
Dice el autor francés que el único gobierno que tomó una iniciativa fue el venezolano. Y para apuntalar su afirmación cita la frase de Bolívar de “maldito sea el soldado que dispara contra el pueblo”. Esos mercenarios no son pueblo. Y si el autor hubiese visto las imágenes televisivas, pudiera haber comprobado que están bien armados y ahora cuentan con su propia aviación, o más bien, ellos (los “insurgentes” que pide Ramonet apoyar) son las tropas terrestres de la OTAN. Ellos están matando, mantienen secuestrada a la gente en desacuerdo en las ciudades que ocupan y piden a la OTAN que redoble los bombardeos, con el fin único de tomar el poder por jaque mate. No nos citen a Bolívar para justificar la catástrofe imperial sobre Libia, para amparar a los lacayos del imperio.
De seguro, esta izquierda glamorousa no dudará en pedir apoyo para los “desvalidos insurgentes sirios” que armados hasta los dientes, quieren con la democracia de las balas y misiles tomar el poder. No nos extrañaría que pidieran apoyo para los gobiernos pro yanqui que en la Península Arábiga están masacrando a manifestantes pacíficos con la ayuda de ejércitos extranjeros. Pero la guardada rabia contra Gaddafi lo justifica todo, hasta la muerte y la desintegración de un país. ¿Acaso los gobernantes occidentales y árabes que ahora bombardean Tripoli no se fotografiaban con el libio, muy sonrientes? ¿Cuánta gente de izquierda no hizo lo primero y hoy juzgan al líder libio?
Si dependiera de los libios, del derecho a la autodeterminación, no hubiera conflicto armado en el país. Así lo gritan las cientos de tribus que exigen el cese de los bombardeos y la paz. Si los africanos pudieran resolver el conflicto, lo harían sin el derramamiento de sangre y destrucción de la infraestructura libia que hace la OTAN. Esto bien lo saben los asesinos voraces de la OTAN. Lamentablemente, aún hay voces de izquierda que hablan el lenguaje de la derecha.
@BolivarReinaldo
Excelente artículo, camarada. Así es como hay que hablar: claro y por todo el medio. Ojalá llegue esta reflexión a donde debe llegar.
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