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Continuo movimiento registra la Europa herida. A los jóvenes indignados que tomas las plazas de las principales ciudades de España se les pretende olvidar como un mal, en actitud similar a la tomada contra los grupos que piden autonomía.
En medio del silencio televisivo el Príncipe Felipe pasea con su esposa, la periodista Letizia (aunque no sabemos si la condición de princesa le anuló la profesión). De pronto una joven indignada, profesional y muy plantada exige hablar con el señor Felipe, que tal vez pensado que la “súbdita” le pediría un autógrafo o le besaría la mano, se acerca y ¡Oh Sorpresa!
La mujer lanza la pregunta que ha estado anidada en las gargantas españolas desde los años 70 cuando sale el dictador Franco y reinstaura la monarquía:
-¿Cuándo usted sea Rey… –(Felipe sonríe amplio)— convocará a un referendo para que decidamos entre monarquía y república? –la sonrisa se transforma en mueca.
Un señor de la burocracia regaña a la muchacha por estar preocupada de esa pequeñez. Pobre, menos que su príncipe no le escuchó. Si aquello es una tontería, entonces para qué tienen monarquía. La joven, generosa le explica con un par de frases que bien valen una historia de 200 años:
-No quiero ser más súbdita, quiero ser ciudadana.
Me viene a la mente las palabras del vencedor de la realeza, Simón Bolívar, “el título más grande es el de ciudadano”. Y cuando le hablaron de ser rey dijo “Libertador es más que todo”.
Felipe está acorralado. Los cañones televisivos enfocan. Una infeliz frase se le ocurre y se la suelta a la digna chica:
-Ya tuviste tu minuto de gloria.
Ha retrocedido 600 años. Cree que su origen es divino. No leerá jamás a Juan Germán Roscio: el único mérito para ejercer cargos públicos debe ser el talento y la virtud.
Se escucha un grito democrático, hondo como la poesía de García Lorca
-¡Viva la República!

@bolivarreinaldo 

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