Antes de la aparición del Estado Nación eran los imperios,
concebidos como una unidad geográfica política bajo la autoridad de un
emperador o Jefe Supremo que tenía características divinas “Dios mismo o hijo
de aquel”.
Los jefes del imperio, siempre estaban inconformes con sus
propiedades. A mayor territorio mayor poder; y territorio es símbolo de
súbditos, de impuestos, de abastecimiento.
Los emperadores empleaban buena parte de su vida en invadir personalmente
a otros imperios, naciones, feudos, ciudades, granjas. Saqueaban y arrasaban
por donde pasaban y dejaban su impronta en lo robado.
Más adelante, y con el mismo objetivo, estados poderosos se
fueron expandiendo a costa de sus vecinos débiles. Les hacían la guerra y le
arrebatan población y tierras.
Cuando los poderosos tienen en la mira a tierras no
fronterizas crean “estados tapones” que en realidad son grandes reservas
energéticas o de minerales.
Una estrategia muy común usadas por varias potencias en la
historia moderna es la de “sembrar” fronteras con sus nacionales que se van
expandiendo paulatinamente en el sentido de la medialuna. Llevan su cultura,
costumbres, formas y maneras hasta que nadie distingue donde empieza o termina
el país vecino. Potencias la señal de sus radios emisoras y televisoras;
popularizan sus series, humor, deportes y telenovelas hasta que su jerga se
hace común.
Compran haciendas, edificios, comercios, se asocian al
sistema financiero y a los medios de comunicación. Una verdadera orquestación
que puede llevar décadas pero es más estructural que una guerra militar. Es la
conquista sublime, emotiva y cultural que anula la propia identidad nacional
imponiendo sin resistencia la vecina.
Es una acción que se expande silenciosamente, como una
enfermedad mortal y mata sino se detiene con tratamientos definitivos.
La Soberanía Nacional no es solo la preservación del territorio,
parte fundamental del Estado Nación, es también encumbrar la profundidad de
sentirse hijo de la Patria y expresarlo en cada detalle, en el día a día, en el
ejercicio pleno de la nacionalidad.
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