lunes, 21 de septiembre de 2015

Las Fronteras móviles

Antes de la aparición del Estado Nación eran los imperios, concebidos como una unidad geográfica política bajo la autoridad de un emperador o Jefe Supremo que tenía características divinas “Dios mismo o hijo de aquel”.
Los jefes del imperio, siempre estaban inconformes con sus propiedades. A mayor territorio mayor poder; y territorio es símbolo de súbditos, de impuestos, de abastecimiento.
Los emperadores empleaban buena parte de su vida en invadir personalmente a otros imperios, naciones, feudos, ciudades, granjas. Saqueaban y arrasaban por donde pasaban y dejaban su impronta en lo robado.
Más adelante, y con el mismo objetivo, estados poderosos se fueron expandiendo a costa de sus vecinos débiles. Les hacían la guerra y le arrebatan población y tierras.
Cuando los poderosos tienen en la mira a tierras no fronterizas crean “estados tapones” que en realidad son grandes reservas energéticas o de minerales.
Una estrategia muy común usadas por varias potencias en la historia moderna es la de “sembrar” fronteras con sus nacionales que se van expandiendo paulatinamente en el sentido de la medialuna. Llevan su cultura, costumbres, formas y maneras hasta que nadie distingue donde empieza o termina el país vecino. Potencias la señal de sus radios emisoras y televisoras; popularizan sus series, humor, deportes y telenovelas hasta que su jerga se hace común.
Compran haciendas, edificios, comercios, se asocian al sistema financiero y a los medios de comunicación. Una verdadera orquestación que puede llevar décadas pero es más estructural que una guerra militar. Es la conquista sublime, emotiva y cultural que anula la propia identidad nacional imponiendo sin resistencia la vecina.
Es una acción que se expande silenciosamente, como una enfermedad mortal y mata sino se detiene con tratamientos definitivos.


La Soberanía Nacional no es solo la preservación del territorio, parte fundamental del Estado Nación, es también encumbrar la profundidad de sentirse hijo de la Patria y expresarlo en cada detalle, en el día a día, en el ejercicio pleno de la nacionalidad.

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